La relevancia que ha tomado el emprendedurismo, así como la relevancia que tiene el liderazgo de un directivo en una organización y su impacto en la reputación de la empresa, han marcado una tendencia en la qué no solo hay que poner atención en el posicionamiento de la marca corporativa, sino también la del propio emprendedor o aquel que encabeza un proyecto.
La creciente competitividad en el mercado laboral, exige tomar iniciativas que atienden en particular el posicionamiento de la persona, como lo es el proceso de Branding Personal, que se ocupa de la trayectoria personal o profesional de los individuos, con el objetivo de que estos se destaquen y amplíen sus oportunidades laborales y posicionamiento a través de una estrategia de comunicación. Esto puede ser crucial en los casos de profesionales independientes como consultores o freelancers.
Existen principios rectores cuando se piensa en una estrategia de Branding Personal, que apuntan hacia ser consistentes, ser diferentes, ser congruentes y ser creíbles. Y para determinar lo anterior, hay que empezar por autodefinirse en términos de personalidad, habilidad y pasiones.
Una manera de concretar estos temas es a través de la aplicación de un análisis FODA (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades, Amenazas), en la que con toda honestidad y autocrítica se desarrollen cada una de las partes, que además de autoanalizarme, me permite incluso descubrir asuntos o características que no había considerado.
Ahí se verterán nuestras experiencias, habilidades, conocimientos, retos, competencias, que nos permitirán definir objetivamente nuestras cualidades y ventajas competitivas, así como los retos y desafíos a los que nos vamos a enfrentar.
Uno de los resultados de este ejercicio, es la definición de temas medulares para el desarrollo de la estrategia de posicionamiento, y es un símil a lo que haría cualquier empresa o marca: definir misión, visión y valores, así como establecer objetivos claros bajo el concepto SMART (específicos, medibles, alcanzables, realizables y temporalidad).
Con lo anterior estoy estableciendo los cimientos para construir sobre la siguiente etapa de la estrategia, que está en definir qué es lo que ofrezco, cómo me voy a vender, definiendo con minuciosidad los servicios que brindo, los conocimientos que ostento y que me pueden distinguir del resto, así como los resultados esperados.
Tengo que tener claramente identificado mi público objetivo, partiendo de los general a lo particular, es decir, trabajar en estirar la segmentación al máximo y también jerarquizarlo.
Para entonces ya debemos de haber definido y establecido cuáles son mis ventajas competitivas, esos diferenciadores que tienen que solventar características como rendimiento, habilidades, relaciones, reputación y el valor de mis servicios.
El siguiente paso, es trabajar en una propuesta de valor, que debe de comunicar aquello que puedo hacer mejor o de manera diferente que mi competencia. Esta debe de ofrecer una solución a las necesidades de nuestros públicos objetivo y satisfacer su inquietudes o necesidades (explicitas y latentes). En resumen, debe de aportar los argumentos necesarios, convincentes y contundentes para que la decisión se inclina a mi favor.
Esto se convierte en un proceso que inicia con un análisis situacional, con el que se puedan determinar las condiciones del mercado, exógenas y endógenas, que me brinden la información suficiente para planear mi estrategia, las tácticas a través de las cuáles voy a conseguir mi cometido y el seguimiento, con el fin de valorar la efectividad de las acciones y reiniciar el proceso, corrigiendo, fortaleciendo o manteniendo lo realizado.
La pregunta obligada es ¿y cómo promocionarme? Existen múltiples opciones, tanto a través de medios tradicionales, así como en el mundo digital. En el caso de medios tradicionales, hay que buscar exposición en medios, a través de boletines, entrevistas, publicación de artículos o de manera presencial en talleres, conferencias, eventos académicos o profesionales, tareas con la comunidad y/o con organizaciones civiles o de altruismo, así como participación en asociaciones gremiales o profesionales.
En el caso del medio digital, hay buscar activar al máximo el ecosistema, participando de manera constante y activa, creando tu propia página web, un blog, estrategia de correo electrónico, así como la selección de aquellas redes que se ajusten mejor a los mensajes y al púbico objetivo. Para negocios la lógica te conduce a LinkdIn, Facebook, Twitter y YouTube, pero reitero, siempre dependerá el tipo del mensaje y al público al que va dirigido.
Al final hay que medir los resultados, se pueden encontrar diferentes herramientas para hacerlo, en ambos mundos, en línea y tradicional y lo que hay que examinar siempre son dos parámetros: el cuantitativo y el cualitativo. No tienes que hacer todo lo anterior, o implementar todo a la vez. Los descubrimientos que harás en la etapa de análisis te ayudarán a establecer los criterios sobre el ritmo y la intensidad de tu campaña.