Recientemente el Diccionario Collins English eligió como palabra del 2022: la “permacrisis”, un acrónimo de permanente y crisis que hace referencia a un “período prolongado de inestabilidad e inseguridad”. Y es que, justamente, las últimas crisis se manifestaron como puntos de quiebre en la reconfiguración social de los países.
Lo que pone sobre la mesa este concepto es el pesimismo que reina en la sociedad actual. Una pérdida de fe en el progreso que deja entrever esa dura sensación de que no hay salida porque las crisis se están volviendo cada vez más complejas y profundas a tal punto que trascienden nuestra capacidad de entendimiento y nos dejan a la deriva en un escenario caracterizado por la inseguridad, la vulnerabilidad y la incertidumbre de no saber qué va a pasar en el futuro inmediato, limitándonos a vivir en el día a día y el minuto a minuto.
Como bien explica el escritor David Shariatmadari “es un término que encarna perfectamente la sensación vertiginosa de pasar de un evento sin precedentes a otro, mientras nos preguntamos sombríamente qué nuevos horrores podrían estar a la vuelta de la esquina”.
El efecto mariposa y la crisis como oportunidad
La “permacrisis” nos pone frente a una nueva realidad y es que hoy las crisis pueden manejarse, pero están lejos de resolverse. De hecho si pensamos que vivimos dentro de una red de sistemas, cual efecto mariposa, cualquier crisis que se suceda en uno de esos sistemas generará una crisis en el resto. Esto nos obliga a revisar los recursos con los que contamos, y las habilidades y actitudes que necesariamente tenemos que incorporar para vivir y convivir en un mundo con estas características.
En definitiva, lo que viene a dar cuenta la “permacrisis” es que tanto personas como empresas deberán asumir compromisos genuinos en un nuevo contexto donde la cooperación y la solidaridad serán claves así como crear alianzas por el bien común pero, sobre todo, será fundamental ser concientes de lo realmente urgente. Aunque hoy no lo parece, esta es una oportunidad para repensarnos desde el ser y el hacer y cuál es la huella que queremos dejar en el mundo para las próximas generaciones porque todo puede cambiar en cualquier momento y eso es algo que la pandemia dejó más que claro. Entonces, a vos que me estas leyendo, estemos atentos para que el árbol no nos tape el bosque.