Es decir, aerolíneas que constituyen una marca país. En el mismo sentido, los barcos escuela de la armada de un país se identifican como buques insignias, como buques marca.
En la definición de una marca se suele usar una serie de significantes que detonen el mismo significado: huella, cicatriz, señal, insignia, emblema, recuerdo, memoria y también bandera. Cuando se inaugura la nueva época de libertad y convivencia de razas en Sudáfrica superando el durísimo período del apartheid, se simboliza la riqueza de la multiculturalidad con una bandera surcada de colores llamativos: el rojo, por la sangre; el azul, por el cielo; el verde, por la tierra; el negro por los sudafricanos de esta raza; el blanco por los ciudadanos blancos; el amarillo por los recursos naturales de la región como el oro. Una bandera representa a un país, a la marca país.
La bandera sudafricana lo hace de manera representativa por la superación de todo un período de la historia. Desde otra perspectiva, pero siempre en el mundo de las marcas – banderas, en la calle New Bond de Londres, se puede ver la presencia de todas las grandes marcas de lujo, cada una de ellas visualizada a través de una bandera. La marca no sólo preside puertas y vitrinas, sino que se anuncia con una bandera que presenta la marca. Si el viento ayuda, la bandera ondea exigiendo la atención hacia la marca. En el corazón de la ciudad, una de las tres ciudades económicamente más poderosas de mundo, las marcas se identifican con una bandera.
Al inicio resulta innecesario y hasta carente de elegancia, pero al ver New Bond en perspectiva se entiende mejor el valor de la marca por la presencia de la bandera. La bandera de un país es sagrada. Cuesta verla atada a la cintura o en los hombros de los atletas y jugadores cuando han alcanzado la victoria. Representa a un país y transmite todos sus valores. Los colores y figuras conforman una marca país, un sentido, un valor frente al cual todos nos inclinamos con respeto. Más allá de su composición textil, la bandera implica un símbolo que nos lleva a pensar en la representación de una nación. Cuando las marcas se anuncian con una bandera, añaden algo más a su ya reconocido poder. Sugieren una suerte de respeto y de admiración. Ondear en la calle New Bond de Londres, representa una insignia que hay que ver desde todos los ángulos. De lejos y de cerca, la marca se anuncia con vivo reflejo.
En ese mar de marcas y banderas, destaca la tienda de Wimbledon, el gran torneo de tenis londinense. Una vez más, las experiencias deportivas y sociales se convierten en una marca que aporta valores positivos desde la elegancia a la pertenencia. En el caso de esta marca, además de la bandera, la estatua de un caballo con un hombre sobre él, realza su presencia en la calle. Las marcas tienen por vocación la capacidad de ofrecer experiencias relevantes, únicas, convincentes.
Hay quien piensa que la experiencia es una novedad del marketing, pero en realidad es el inicio de todo conocimiento y valoración como sugería el gran Aristóteles, quizá uno de los primeros maestros del marketing porque fue uno de los iniciadores del sentido de la experiencia para el conocimiento de una realidad y su valoración. En su elegancia, las grandes marcas, no pierden carácter presentándose al aire con una bandera. Es claro que lo que se ha pretendido en esta admirable y sorprendente calle es llamar la atención en un horizonte limpio y en una perspectiva comercial definida.
Pero más allá del claim, hay que descubrir que para una marca una bandera añade prestancia a la presencia. Es el único lugar del mundo donde se puede apreciar esta realidad. Quizá Londres, en la calle New Bond, ha entendido mejor que nadie que las marcas son banderas que adornan la realidad del mercado y de la vida. Y que la experiencia de la marca es más completa si va por tierra y aire, por vitrinas y banderas