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Percepciones – Columna Carlos Herrero: La televisión, empresa de entretenimiento

La industria del entretenimiento se merece nuestro reconocimiento y agradecimiento. Pocas industrias como ésta participan de nuestra cotidianeidad.

Cada serie, cada novela, cada reality show, cada talk show, cada programa de análisis deportivo aporta a nuestra vida una dosis de esparcimiento.

La última edición de los premios Emmy, celebrada el 15 de septiembre, nos lo demuestra en todos los sentidos: premiación, guion, personalidades, producción, ambiente, experiencia, historia.

Los premios Emmy reconocen lo mejor de la televisión, especialmente las series y la comedia. Las series no han eliminado a las telenovelas que siguen su propio y único camino creando nuevas propuestas de producción como lo está haciendo, por ejemplo, la televisión turca. Lo que antes transmitían las producciones mexicanas, colombianas y venezolanas, hoy lo vuelve a traer de una manera que no deja de ser clásica, la telenovela turca. Su innovación radica en mantener los nudos dramáticos de siempre con un enfoque particular hacia una tradición y un amor muy de estilo oriental. Turquía la más oriental de Europa y la más europea de Oriente.

Las series han ofrecido un paso adelante en la gran carrera televisiva. Sobresalen en velocidad de calidad y propuesta las nórdicas y las españolas, manteniéndose a paso de crucero las norteamericanas e inglesas que siempre estarán en la competencia. Las nórdicas rescatan las emociones, sentimientos y las intrigas; mientras que las españolas desarrollan guiones humanos profundos en torno a situaciones vitales de asfalto y realidad social.

La edición de los premios Emmy 2024 ha propuesto un nuevo modo de reconocer la esencia televisiva. La vivencia de experiencias en escenarios policíacos, deportivos, profesionales, internacionales, con escenarios preparados a propósito, reclamaba la atención visual y creativamente. La producción rescató así los dos grandes sentidos de la memoria y la imaginación que se visten continuamente de nostalgia. No es lo mismo hablar que ver a nuestros policías, a nuestros abogados, a nuestros deportistas “en acción”.

El reconocimiento tradicional de las grandes personalidades del entretenimiento logró dejar huella. Todos los grandes de la industria aparecían en la ceremonia con una propuesta interesante, llamativa, disruptiva, constructiva. Con algo que decir. Personalidades que siguiendo un guion adecuado lanzaban mensajes para recordar.

Esta industria no carece de banalidades, pero tampoco de conceptos profundos. El gran tema de la inclusión y de la diversidad estuvo presente en idiomas, experiencias, mensajes, convicciones. El mensaje habitaba dentro de un storytelling cómodo que no forzaba cerraduras emocionales. Diego Luna hablando en español o  Hiroyuki Sanada, actor principal y premiado de Shogun, hablando en japonés mostraron que la cultura siempre puede ser constructiva socialmente. Y que finalmente si hay alguna industria que busca ser incluyente, es la de la televisión.

Los premios acaban generalmente aburriendo porque suelen caer en lugares comunes y discursos de agradecimiento repetitivos. Parece difícil que impacten. Que motiven. Que sorprendan. Que ilustren. Y sin embargo, los Emmys 2024 lograron dejar muy buena materia para el pensamiento y el buen recuerdo.

La producción televisiva conforma una industria. Es un negocio que transforma y deja riqueza de contenido y de diversión para repartir. Transforma sociedades. Transmite valores o antivalores esenciales. Rescata talentos perdidos. Recuerda vidas perdidas en el anonimato o la soledad, como comentó el actor escocés, Richard Gadd. Rescata reducciones culturales.

La televisión sigue viva. Pertenece como motor esencial al gran movimiento de la vida social, familiar y personal. Forma parte del día a día.

Cuando los actores se inclinan a valorar el teatro o el cine sobre la televisión, dejan en el olvido que ésta es parte de nuestra vida y el teatro y el cine participan de determinados momentos. Llegar a casa, al hogar, en el mejor de los casos, y poner a funcionar la televisión, o abrir un gadget en un tiempo libre, enciende todas las luces de la vida. Ninguna industria, salvo la de las redes sociales e internet y quizá la de la tecnología es capaz de impactar de manera tan fuerte en algo esencial de nuestra existencia.

El trabajo televisivo está logrando un hito en la capacidad de cambiar vidas y de otorgarles un poco de alegría. Pocas industrias pueden abrogarse una misión tan relevante.

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