Nuestra vida se salpimienta con las historias, las emociones y la memoria vicarias.
Una de las grandes historias de los que nacimos entre los años sesenta y setenta fue la de los jugadores uruguayos de rugby cuyo avión cayó en plena cordillera de los Andes entre Chile y Argentina. El libro y la película Viven logró clavar en la mente y el corazón una realidad humana impactante: un grupo de amigos que sobrevive, lucha por mantenerse en la cordura y come carne humana para resistir ante tanta adversidad.
El sábado recibió 12 galardones en los premios Goya, un antecedente español de los Oscar.
Como toda buena historia, reflejada en películas y libros; ha vuelto a irrumpir en el cine con una fuerza que parecía estar perdiendo. Ha migrado de Viven a La Sociedad de la nieve. El paso adelante propone la importancia de la amistad y de la unión del grupo como motor de la supervivencia.
La sociedad de la nieve revive una de las historias más significativas del Siglo XX. Esta producción nos presenta una historia única por todas las decisiones humanas y éticas adoptadas.
No resultaba nada fácil presentar en aproximadamente 100 minutos 72 días de angustia. La intuición y profundidad de Bayona, el director, logró llegar al hueso, a la raíz, al fuselaje, al frío de la nieve, a la molestia del sol, a la incomodidad rijosa de la ropa, a la pérdida, a la nostalgia y acaso a cierta desesperación. A estas ubicuidades sólo llega la inteligencia creativa por más perfecta que se presente la potencia generativa de la Inteligencia Artificial.
Hay quien ama la ciencia ficción, el gaming o las producciones futuristas. Ver una película como Wonka que hace soñar en una nube de efectos especiales muestra la capacidad del cine de hacer soñar. La esencia del cine sugiere siempre entretener, permitir un lapsus a la vida diaria. Pero también identifica historias humanas y reales.
Tenemos que agradecer a la industria del cine en todas sus vertientes y a los directores, artistas, actrices y actores, que transformen unos minutos de la vida en un sueño.
Cuando vemos un programa o una película, solemos saltarnos la mayoría de los espacios comerciales y también los créditos finales. Pero es ahí donde nace y se construye una historia. La inteligencia generativa que aporta la Inteligencia Artificial podrá concluir y producir una buena parte de todo esto, pero no el insight, el toque final, la magia creativa y el engagement con la audiencia que sólo la mente creativa puede proponer.
La nueva producción presenta elementos disruptivos notables. El narrador, Numa Turcati, muere. El capitán del equipo, Marcelo, también muere. Los aspectos más conflictivos se presentan en una elegante narrativa alejada de los dramatismos fáciles. Los que mejor conocen la historia, por la información propuesta por sus auténticos protagonistas, saben de las peleas y dificultades de convivencia, el asco producido por el consumo de carne humana, el extremo estreñimiento que les produjo, los vómitos y diarreas continuas. Nulo romanticismo, cien por ciento de realidad, pero sin dejar los valores que la envuelven.
Cuando se muestra la destilación de la nieve, las condiciones de higiene, el impacto del sol en la piel, el intenso frío apenas cubierto por unas maletas y harapos, los zapatos deshechos, la muerte paulatina de amigos y seres queridos, la radio que no cumple con el deus ex machina de funcionar en un último intento, se rompe el idilio.
¿Cómo pudieron recorrer Roberto Conesa y Nando Parrado tantos kilómetros en esas condiciones? ¿Cómo pudieron los hermanos y el primo Strauch, actuar de carniceros, obteniendo continuos jirones de carne? ¿Por qué sólo un grupo reducido se lanzó a la búsqueda de un ser humano? ¿Los demás estaban en unas condiciones físicas y mentales deplorables?
Esta historia, real y cinematográfica, sólo es entendible por dos grandes motivos: el impulso por el que viven y por haber constituido realmente una sociedad de la nieve. El director, el productor, el guionista, los actores y todo el equipo de producción lo captaron con un sereno entendimiento.
Cuando las hojas y frutos del cine refrescan a sus raíces, el sentido humano reflorece.