Ayer fue un día muy interesante para México, fuimos sujetos de análisis político y reflectores a nivel mundial gracias a la visita de Donald Trump. Todo comenzó por la invitación del Gobierno de la República a los dos principales candidatos para visitar el país antes de las elecciones de la Unión Americana. Me parece que no soy el único mexicano que no ha entendido la estrategia ni razón de tal invitación del Presidente Enrique Peña Nieto a Donald Trump. Tan es así que hoy me topé en El Universal con un texto “¿Para qué me reuní con Donald Trump?” en la que se detalla la intención de la reunión pero también da luz a que muchos nos quedamos con la necesidad de recibir una explicación más detallada. Resulta útil leer las noticias internacionales y nacionales sobre la reunión, de nuevo, Donald Trump logró generar un cierto nivel de polémica tanto en los encabezados de los principales medios del mundo como en redes sociales. Estimo que esa era la intención real de su visita.
Me parece que la lección más importante de este evento no es necesariamente la falta de respeto o disidencia del candidato hacia México, simplemente no es nueva. Es sumamente importante saber cuando alguien no te quiere, al final de eso se trata el amor propio; sin embargo, es difícil subir ese sentimiento a nivel país. Podemos sentirnos ofendidos pero somos sumamente dependientes de la Unión Americana y un conflicto frontal conviene a pocos. El punto toral es que ayer vimos una muestra de una nueva forma de hacer marketing político que sin importar quien gane las elecciones demuestra que el entretenimiento y los medios masivos son parte fundamental del proceso. En este nuevo sistema parte populismo y parte content marketing que ha sido detonado en gran medida por Donald Trump, no me atrevería en decir que es el pionero ya que su estilo es una mezcla de muchos otros políticos de las últimas dos décadas. Pero queda claro que este tipo de marketing político se lleva mucho más como una serie de televisión real-time que como una campaña política tradicional.
En los últimos meses me he topado con gente de alto nivel que coincide que el modelo de Donald Trump es totalmente disruptor para el establishment político mexicano y que simplemente no tenemos herramientas para resolver. Argumentaría que no sólo es México, el modelo sería difícil para casi cualquier otro país. Creo que las claves están en las páginas de autores como Morris Berman “The Twilight of American Culture” o Dan Gillmore de “Media active”. Estados Unidos está en un proceso de cambio cultural serio y esto se reflejará sin duda en la forma en que sus políticos se comportan. Es importante recordar que un presidente es un reflejo de la sociedad, no quiero ni entrar en lo que el nuestro dice de México.
Lo cierto es que para Enrique Peña Nieto el juego le ha salido —hasta el momento— muy mal si hablamos de Trump, por lo que se puede ver en las declaraciones de los dos involucrados se logró poco. Seguramente impactará negativamente en la posición del partido gobernante en las próximas elecciones, la molestia en redes sociales fue increíble.
Estamos frente a una reconfiguración de los parámetros del marketing político y anticipo que los próximos candidatos que veremos en nuestro país tendrán muchas similitudes con Donald Trump. Tal vez la pregunta será que sucederá cuando dos personajes con el mismo perfil se encuentren. No importa quien gane las elecciones de la Unión Americana, entre Donald Trump y Enrique Peña Nieta ya lograron cambiar la relación completa de los dos países.