El pasado fin de semana tuve la inolvidable oportunidad de recorrer junto con un gran grupo de ciclistas, las faldas del volcán Popocatépetl y ascender desde Tepetlixpa hasta Paso de Cortés. Un ascenso de aproximadamente 37 kilómetros a lo largo de los cuales es necesario vencer poco más de mil 600 metros de altitud. Los paisajes resultan espectaculares. El riesgo, resulta también espectacular. El 50 por ciento de esta ruta tiene tránsito intenso de vehículos y el restante 50 por ciento tiene un tránsito vehicular menor que hace el recorrido mucho más seguro y disfrutable.
Hace algunas semanas, la extraordinaria ciclista Alexia Fernanda Ordoñez, fue atropellada en la autopista México Pachuca mientras entrenaba. El caso de Alexia se suma al de aproximadamente 60 ciclistas más que han perdido la vida en la Ciudad de México de la misma forma en el 2020 y al de más de 80 que perdieron la vida en 2019. La cifra de accidentes acumula miles por año que dejan lesiones y secuelas de toda índole. Alexia pedaleaba con su padre cuando fueron impactados por un vehículo conducido por una persona en estado de ebriedad que inmediatamente después del accidente se dio a la fuga.
Para un ciclista son pocos los espacios realmente seguros existentes en nuestro país para entrenar de manera adecuada. Fuera de algunos autódromos y campus universitarios que cierran las puertas de sus vialidades al tránsito vehicular por ciertos periodos, los ciclistas debemos elegir carreteras o vialidades compartidas con los vehículos para cumplir nuestros deseos de entrenamiento y esparcimiento.
Cuando hablamos de la bicicleta como un medio de transporte, si bien existen ciudades en nuestro país que cuentan con algunos carriles exclusivos para ciclistas en sus calles y avenidas, son relativamente pocos en comparación con el número de usuarios que existen en nuestro país y los que podrían animarse a montar una en condiciones adecuadas. Si hablamos de carreteras, no conozco ninguna en el territorio nacional que cuente con un carril confinado para ciclistas, como existen en diversas ciudades del globo donde carriles exclusivos unen ciudades vecinas.
Resulta prioritario apostar por la bicicleta como un medio de transporte eficiente y sustentable, un mecanismo de esparcimiento y un deporte que fortalece la salud física y mental de los habitantes. Para lograrlo, es necesario incorporar en la planeación gubernamental a la bicicleta como un elemento central de la movilidad, para con ello diseñar los espacios adecuados para su utilización y limitar el uso del automóvil, además de sensibilizar a los conductores del comportamiento que se debe tener para compartir la ciudad con ellas.
No hay rodada que no se disfrute, ni rodada en la que no se respire el miedo de sufrir un accidente. Más bicicletas, menos accidentes.