Por Daniel Granatta
Twitter @danigranatta
Pues qué quieren que les diga a mí sí me gustó el vídeo de “Dime vaquero”. Pero bueno, comienzo por el principio. Ando en Chihuahua para participar en uno de los congresos de mercadotecnia que aquí se celebran y venía en el avión leyendo que Tiger Woods está de vuelta, que ya casi superó su adicción al sexo (sublime excusa para las infidelidades del corazón) y que está viviendo de nuevo en su casa con su esposa.
Si no saben de qué les hablo, naveguen por alguno de los enlaces que encontrarán en este párrafo, que narran lo acontecido al famosísimo jugador de golf al descubrírsele engañando a su esposa (tras un accidente de tráfico), la pérdida posterior de alguno de sus principales sponsors y la posterior oleada de parodias que su situación despertó. Incluso se llegó a un punto en el que desde Barack Obama, hasta el Dalai Lama aportaron su opinión y consejos sobre el tema, lo que me deja pensando acerca de hasta qué nivel se cruzan ya las líneas de la cultura popular con los personajes deportivos con otros que en teoría nada tienen que ver entre sí.
En fin, bien por Tiger, aunque dudo que consiga quitarse ese asterisco de su historial de aquí en adelante, y me dio un poco de pena porque en el fondo me cae bien el tipo, y rememoré también lo que le ocurrió a Kate Moss hace unos años, cuando fue publicado un vídeo en el que se la podía observar esnifando cocaína en compañía de su entonces novio.
Al igual que Woods, también acudió a una clínica (ésta de desintoxicación) y perdió algunos de los contratos que tenía con algunas marcas. Pero a diferencia de aquel, cuando regresó, regresó como ave fénix. Y si bien no recuperó muchos de esos contratos, le ofrecieron otros nuevos por, parece ser, un montante económico mucho mayor que el que tenía antes. Parece ser, entonces, que si regresas de las drogas (un problema físico) tienes una oportunidad, pero si tu problema es la infidelidad (un problema de percepción moral), entonces tu futuro no deja de ser tan oscuro como el presente en el que te lo descubrieron.
O no, no sé, porque a veces pienso que si Tiger Woods hubiera andado en drogas y Kate Moss hubiera sido la infiel entonces las reacciones hubieran sido similares en lo relativo a las drogas, pero de mucha menor magnitud en lo que se refiere a la segunda.
No se me tiren al cuello, Tiger Woods era un icono de corrección y “role model” para todos, pero en esa esfera de luz pública a veces siente uno que cuando es el hombre el que hace alguna estupidez, se le denota con tanta o más superficialidad que la superficialidad con la que se suele tratar a las mujeres como recurso publicitario día tras día,
¿cuál es el sexo fuerte, entonces?
No dejo de asombrarme de la cantidad de veces que he visto en México cómo, por ejemplo, los lugares donde arreglan llantas usan como recurso para su negocio el disponer imágenes de señoritas de enormes y siliconados pechos. Así, cuando alguna campaña hace gala del mismo recurso, me pregunto entonces si estudiar publicidad varios años en la escuela no debiera dejar un poso mayor que el de acudir a un recurso al que también recurre el de la vulkanizadora, por ejemplo. Porque hay veces en que, qué barbaridad, sí que se recurre a la figura femenina en formas muy pasadas de v…, perdón, de lanza, como por ejemplo en esta pieza para una cerveza (no es un comercial real, sino creado por un usuario):
No sé si lo saben, pero pautar un comercial de televisión en España puede ser una epopeya digna de relatos futuros, ya que siempre hay colectivos dispuestos a quejarse, por el motivo que sea. Mujeres ofendidas, padres de niños ofendidos (los padres), payasos ofendidos, debe haber hasta crisantemos ofendidos, … Con el grifo del sarcasmo y la ironía recién cortados y siempre prestos a sentirse ofendidos con tal de poder salir en prensa, propongan el anterior comercial en España y prepárense para la lluvia de críticas. En cambio, pueden proponer esto para anunciar lavadoras, que se verá con ese humor y sarcasmo del que se carece si los géneros fueran a la inversa:
Encontré el siguiente enlace, con la resolución de la sentencia judicial ante la queja que alguien interpuso ante la “supuestamente cómica” situación de que si no sabes poner una lavadora te pueden estampar contra el suelo de una piscina vacía, por atentar contra principios constitucionales de igualdad de sexos… Y dice la resolución, entonces: “el anuncio que presumiblemente atenta contra el principio de igualdad de sexos, por considerarlo el reclamante vejatorio hacia el hombre, es perfectamente lícito al entender que “un consumidor medio normalmente informado y razonablemente atento y perspicaz reconocerá en el anuncio una situación humorística, a modo de broma, fácilmente deducible del tono general del anuncio. En estas circunstancias, la escena de la “detención” del hombre por su torpeza al poner la lavadora no serán interpretados como una escena vejatoria hacia el hombre. El hecho, socialmente demostrable de que en la mayoría de las ocasiones es la mujer la que suele realizar la función doméstica de poner en funcionamiento la lavadora, otorga al anuncio precisamente un carácter igualitario, dado que lo que realmente hace es promocionar indirectamente que los hombres realicen esta tarea, pero que lo hagan adecuadamente”.
Y digo yo que… pues sí, que yo también lo pienso, pero qué hubiera pasado si hubiera sido con los géneros del revés… y por eso me parece que el tono en el que debiéramos ver todas estas cosas, siempre, es a través del tono de “situación humorística, a modo de broma, fácilmente deducible del tono general del anuncio”.
Digo todo esto, porque a mí sí me gustó el comercial de “Dime vaquero”, esa pieza que se publicó el año pasado (promovida por el tan famoso Facundo que sale en televisión) para anunciar unas patatas fritas, bajo la leyenda de que si algo está bueno, rólalo (“pásalo”):
Personalmente creo que perfectamente podría durar 30 segundos, que es tan bueno que no necesita a Facundo para nada y que sí, es sexista, pero también creo que está más cerca de la línea que separa el humor del mal gusto, a diferencia los dos vídeos anteriores, para los cuales creo que hay que tener un sentido del humor un poco “twisted” para reírlos a carcajada limpia. En una de las clases del Diplomado de Marketing Online que impartí el pasado año para la Escuela de Mercadotecnia se suscitó un gran debate acerca de esta pieza, ya que muchos y muchas de los/las presentes comentaban que el vídeo hacía apología de grabar y distribuir los encuentros sexuales entre adolescentes. Pero yo creo lo contrario, que en vez de ser apología es denuncia y que, en todo caso, estar discutiendo sobre si es una cosa o la otra nos deja en la frontera de esa línea que hablaba antes, en una acción gamberra y punk como el propio medio en el que el vídeo vive.
Y por eso, por esa exageración amable de CASI mal gusto que lo hace viral, me gusta mucho “Dime vaquero”. ¿O ustedes cómo lo ven?