Es indiscutible que la industria automotriz es una de las más rentables a nivel mundial, sólo durante 2016 pasado se estima que se vendieron más de 75 millones automóviles nuevos en el mundo, de acuerdo con estimaciones de Scotiabank y Statista. Sin embargo, en el último año -y algunos meses más- se han develado una serie de problemas que han dejado a varias marcas en tela de juicio.
Hoy, una nueva compañía automotriz está en el debate. Se trata del Grupo Fiat-Chrysler, que fue acusado este jueves de alterar miles de los motores de sus vehículos con la finalidad de engañar las pruebas ambientales.
De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) y el Consejo de Recursos Eólicos de California (CARB, por sus siglas en inglés), el grupo automovilístico italo-estadounidense presuntamente instaló un programa para ocultar la verdadera emisión de contaminantes en 100 mil de sus camionetas a diésel; los modelos afectados son las SUV Jeep Grand Cherokee y las Dodge RAM modelos 2014, 2015 y 2016.
Según informes de agencias y medios internacionales, las acusaciones pueden derivar en un escándalo de dimensiones similares a las que pasó el grupo alemán Volkswagen, con el dieselgate en 2015, presión que se extendió gran parte del 2016.
Todos conocemos el caso de Volkswagen y el escándalo por el engaño de las pruebas de emisiones contaminantes en miles de sus autos. El tema llevó a pensar a que la marca tardaría años en recuperarse y, de hecho, actualmente acordó con las mismas autoridades de Estados Unidos para pagar una multa de 4 mil 300 millones de dólares.
Sobre el caso Fiat-Chrysler, la administradora asistente del regulador ambiental, Cynthia Gules dijo en un mensaje a medios que “esta es una violación seria y clara a la legislación de Aire Limpio. Cuando las compañías rompen la ley, los estadounidenses dependen de la EPA”.
En respuesta, la automotriz defiende que el sistema de control de emisiones de sus vehículos cumple las regulaciones vigentes, aunque propuso una serie de acciones para atacar las preocupaciones de la EPA.
“FCA planea trabajar con la próxima administración en este caso y resolverlo de manera justa y equitativa, para asegurar a la EPA y a los clientes de FCA que los automóviles con motor diésel de la compañía cumplen con todos los requisitos regulatorios”, dijo en un comunicado.
El hecho ya tuvo un duro impacto en la marca automotora, ya que sus acciones en la bolsa de Nueva York se desplomaron hasta un 16 por ciento antes que suspendieran su cotización en el mercado accionario. Actualmente su caída está en alrededor del 8.21 por ciento.