Japón es un país que concentra la mayor parte de su inversión tecnológica en el desarrollo de hardware, por lo que resulta interesante observar que cuando llega el momento de hacer mercadotecnia, los japoneses decidieron implementar tecnología de conducción autónoma en una silla.
–
Se trata de la nueva silla ProPILOT. El desarrollo presentado por la automotriz Nissan muestra a una silla desarmable intervenida con una base motora que reacciona con la misma lógica que lo haría un automóvil: mantiene una distancia entre otros modelos avanzar de manera automática y cuando el consumidor llega la entrada y abandona la silla, esta se recorre de manera autónoma y automática al principio de la fila.
Existe un rasgo dentro de esta estrategia, la de brindar una experiencia de conducción autónoma, que por el costo parece estar reservada a consumidores early addopters e innovators.
Si bien el autopiloto o la conducción autónoma son desarrollos que tienen un costo que los reserva con marcas como Tesla a un limitado mercado, esta experiencia ya se encuentra presente incluso en países como México, por lo que la construcción de este ecosistema tecnológico ya comienza a generar percepción e interés por parte del consumidor.
Existe entonces un mercado dividido en un segmento con posibilidades de vivir la conducción autopiloto de un automóvil y otro masivo que encuentra en sillas como las presentadas por Nissan, una oportunidad de experimentar una tendencia tecnológica, que al final del día permite a la marca volverse empática con el consumidor.
Usar tecnología autopiloto en una silla nos recuerda el trabajo que marcas como McDonald’s desarrollaron con una simpleza, convertir su empaque de cajita feliz en una envase transformable en un visor de realidad virtual, con lo que consumidores de la cadena de restaurantes encontraron en este desarrollo una oportunidad de vivir una experiencia tecnológica limitada a los compradores de visores como Oculus o Samsung.
Esa es la mercadotecnia que aprovecha la tecnología.