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52 por ciento de los usuarios creen que los medios de noticias comparten fake news constantemente
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Más de la mitad de la población de Estados Unidos cree que el contenido falso es un problema significativo
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De acuerdo con Alexa, YouTube es el segundo sitio más visitado de todo internet a escala internacional
La manipulación informativa es una de las preocupaciones más importantes a escala internacional. Hasta el 78 por ciento de la población global teme que las llamadas fake news puedan utilizarse como arma publicitaria o ideológica. De acuerdo con Statista, dentro de Estados Unidos, buena parte de la población cree que sitios como Facebook y YouTube tienen parte de la culpa. Sin embargo, la mayoría opina que la responsabilidad recae principalmente en otros medios.
Un reportaje de Bloomberg podría hacerles cambiar rápidamente de opinión. El medio afirmó que YouTube impidió a sus empleados actuar contra ciertos tipos de videos controversiales. Específicamente aquellos con contenido extremista, perturbador o con teorías conspiratorias. La falta de acción se explica por un foco de la red socia por fomentar “interacción” con los usuarios. Es decir, se priorizaron número de vistas, reacciones y tiempo de consumo.
De acuerdo con más de una veintena de colaboradores de YouTube, entre las sugerencias para limitar el impacto de estos videos controversiales estaba marcarlos para los usuarios. También se propuso dejar de incluirlos en las listas de recomendados. Incluso se planteó solo medir la popularidad de estos contenidos para monitorear su impacto. En todas las ocasiones, se detuvieron las iniciativas por miedo a “reducir el nivel de interacción” del público.
El valor económico de luchar contra (o fomentar) las fake news
Statista apunta que la gran mayoría de los contenidos con información falsa provienen de las redes sociales. En este mismo sentido, casi siete de cada 10 personas creen que estas plataformas no hacen lo suficiente para combatir estos contenidos. Una de las razones por las cuales YouTube y otras plataformas no están tomando acciones más determinantes sería el precio. Detectar y detener este tipo de publicaciones es muy costoso.
En febrero pasado, Facebook terminó una relación con Snopes. El servicio de fact-checking, de acuerdo con Financial Times, dijo que quería “reevaluar ramificaciones y costos” de la asociación. El mismo medio apunta que en un inicio, la red social pagó 100 mil dólares por el trabajo de la plataforma. Frente al costo promedio de un contenido fake news, que de acuerdo con el MIT puede ser de hasta 25 dólares por pieza, se trata de un número descomunal.
Por otro lado, las fake news, aunque muy dañinas para la audiencia, pueden tener un valor económico muy alto para plataformas como YouTube. Buzzfeed News publicó, al final de la carrera presidencial, estadísticas de interacción entre noticias falsas y legítimas en Facebook. El contenido controversial con mejor desempeño de la red tuvo un millón 344 mil más vistas, reacciones y compartidas más que su contraparte. Es decir, 18 por ciento más éxito.
YouTube habría seguido esta tendencia para conseguir sus objetivos comerciales. Brittan Heller, del Centro Carr de la Universidad de Harvard, aseguró a Bloomberg que los directivos de la red social saben que los contenidos controversiales son cruciales para la viralización. Este hecho, combinado con su objetivo por alcanzar mil millones de horas diarias de video, habría sido el responsable de que la plataforma haya ignorado los temores de sus empleados.
Las opciones de YouTube para el futuro
Frente a la controversia, la red social emitió su postura oficial:
En los últimos dos años nos hemos enfocado en atender algunos de los retos más difíciles de la plataforma, tomando en consideración la retroalimentación y preocupaciones de los usuarios, creadores, anunciantes, expertos y empleados. Hemos tomado una cantidad significante de pasos, incluyendo la actualización de nuestro sistema de recomendaciones para prevenir la propagación dañina de información falsa, mejorando la experiencia noticiosa en YouTube, llevando el número de personas enfocadas en problemas de contenido dentro de Google a 10 mil, invirtiendo en aprendizaje automático para ser capaces de detectar y remover más rápido el contenido inapropiado, así como revisar y mejorar nuestras políticas. Solo en 2018, realizamos más de 30 actualizaciones en nuestras políticas. Y esto no es el final: la responsabilidad permanece como nuestra principal prioridad.
Pero ante las acusaciones de sus empleados, YouTube también podría considerar otras opciones de acción. Dos alternativas, inspiradas en iniciativas de otras compañías, tienen el potencial de mejorar el acercamiento de la plataforma al problema. La primera sería presentar un proyecto similar al de sus competidores. Podría, como Facebook, asociarse con agentes de fact-checking para vigilar la legitimidad de sus contenidos más virales. O, como Apple, trabajar en servicios de noticias seleccionados por especialistas para crear un centro de información fidedigna.
Por supuesto, también podría solo redoblar sus anteriores esfuerzos. Económicamente, es lo que tiene más sentido a YouTube. De esta forma, no se vería en la necesidad de invertir en nuevas plataformas o iniciativas. También estaría en línea con su postura oficial acerca del problema. Y al mismo tiempo, podría seguir clamando que está defendiendo la libertad de expresión en su plataforma. Si ésta es su decisión final, tal vez ahora los reguladores americanos tendrían un incentivo para intervenir.