En independencia que la democracia en el mundo vive sus horas más bajas y obscuras pasando de ser un referente en la mayorĂa de los gobiernos a un modelo menos valorado, un estudio reciente indica que el nivel de democracia que una persona media podĂa disfrutar en el orbe, se habĂa reducido a niveles de los años ochenta.
De tal suerte, que los logros democráticos en las últimas tres décadas, no han dejado huella en el ánimo de los ciudadanos. En una palabra, la democracia se encuentra debilitada.
Casi un tercio de la poblaciĂłn mundial vive bajo regĂmenes autoritarios y el porcentaje crece revelando que, a las sociedades, la democracia ya no le es tan atractiva. El autoritarismo gana terreno. Un dato más, el 71 por ciento de los votantes estadounidenses considera que la democracia está en riesgo.
Por otro lado, la pandemia que aĂşn no termina por controlarse, ha pasado visible factura a tres grandes mujeres gobernantes que pese a que hicieron una labor extraordinaria de control y seguimiento, la emergencia sanitaria terminĂł por desgastarlas.
Nos referimos en el análisis de esta semana a las renuncias de Angela Merkel, excanciller alemana, de Jacinda Ardern, Primer Ministra de Nueva Zelanda y recientemente a la dimisiĂłn de Nicola Sturgeon, quien esta semana, anunciĂł su salida en tĂ©rminos muy claros, “La polĂtica es brutal e intensa; enfrentar a la pandemia con decisiĂłn, al final me pasĂł la factura”.
Las tres exgobernantes fueron mencionadas en estas mismas páginas de Merca2.0, como parte del grupo de siete mujeres lĂderes que marcaban la pauta en el mundo al destacarse por el diseño de sus polĂticas pĂşblicas. Unos meses despuĂ©s de ese suceso, han dejado sus cargos aduciendo que su mente y corazĂłn les dictaban que habĂa llegado el momento de hacerse a un lado.
Este hecho nos mueve a una profunda reflexiĂłn como ciudadanos, toda vez que no estamos valorando con justa medida el desempeño de hombres y mujeres lĂderes que solo buscan el bien comĂşn y el beneficio concreto de su acciĂłn de gobierno y con esa Ăłptica desenfocada, las dejamos partir para sustituirlas por figuras más autoritarias.
Moisés Naim, en su obra, El Fin del Poder, señala que éste, se está dispersando cada vez más y los grandes actores tradicionales se ven enfrentados a nuevos y sorprendentes rivales, “El poder está sufriendo una sorprendente transformación”, afirma, para luego rematar diciendo, -“El poder está fluyendo de quienes tienen más fuerza bruta por sobre quienes tienen más conocimientos”-.
El mundo sigue su curso y muchas veces no nos detenemos a pensar que este merece un mejor destino. A fin de cuentas, todos los ciudadanos de la tierra queremos vivir mejor, más seguros, prĂłsperos y felices… ÂżquĂ© impide que los lĂderes, cada vez más escasos, se reĂşnan para decidir poderosas polĂticas pĂşblicas dejando de lado sus proyectos personales?
Nos encontraremos más adelante.