No importa cuántos clientes asesore, ni cuántas conferencias imparta, en al menos el 80% de los casos me encuentro con una nula o muy débil protección en materia de marcas. Por alguna extraña razón, tanto emprendedores como empresarios suelen pensar que “lo legal” no es indispensable atenderlo al inicio del negocio, sino cuando ya tienen algo “consolidado”. No podrían estar más equivocados. Justo el sábado estuve impartiendo clases de propiedad intelectual para unos empresarios en Querétaro, y uno de ellos me comentó: “perdimos el negocio de la vida por no patentar a tiempo, Microsoft se nos adelantó… y no quisimos hacerlo por no gastar $25,000 pesos”. Aunque no hablaba de marcas, sino de software (que es sujeto de protección vía patente en Estados Unidos), el ejemplo bien se puede extender a marcas. He conocido a clientes que han tenido que cambiar de marca a su negocio (producto o servicio) porque no la registraron a tiempo.