Hace unos días vi una noticia que me impacto: “Autoridades de Italia descubren red de sacerdotes que realizaban orgías y las difundían por Internet”. Más allá del hecho de que los padres tuvieran sus actividades sexuales, mi primer pensamiento fue acerca del poder de Internet para descubrir o poner en evidencia acciones o, en este caso, relaciones “negativas” que ponen en entre dicho la veracidad de una de las religiones que cuenta con más adeptos a nivel mundial: la católica.
En la nota informativa detallaban que el acusador aseguró haber conocido a través de Facebook, al sacerdote removido, con el que rápidamente estableció una estrecha amistad y quien tiempo después le confesó su homosexualidad. Esta acción en lugar de enfriar la relación provocó un mayor apego entre los personajes y mayor confianza por parte del religioso, hasta confesar que mantenía una intensa vida sexual con otros practicantes del oficio, uno de ellos miembro de la Guardia Suiza del Vaticano. Y que a menudo realizaban orgías documentadas a través de videos y fotografías intercambiados por medio de la web.
Ante el impactante hecho recordé la frase “lo que se escribe en Internet se queda en Internet para siempre” y quienes saben sacar provecho de ello lo pueden utilizar como un arma de dos filos: por un lado, usarlo como un maravilloso recuerdo para consultar en el futuro, pero por el otro, la información –sean conversaciones, audios, videos y sobre todo imágenes-, serán utilizados en su contra y ya no hay manera de borrarlos, ni con el paso del tiempo.
Esto último, sin lugar a dudas, es de gran utilidad para la investigación de una denuncia. Ahora es posible encontrar evidencias fácilmente. Basta con dedicarse unas horas o máximo dos días, para escarbar en Internet (páginas, blogs, canales de video, redes sociales y en todo lo que esté en la red) y encontrar detalles específicos de un tema o usuario. Acción que antes llevaba más de 70 años en obtener un resultado aproximado porque todo se quedaba en evidencias físicas que no eran fáciles de encontrar, y de ser así, eran muy fáciles de borrar.
¿Quién no recuerda el escandaloso del caso de la Legión de Cristo? fundada en 1941 y cuyo creador, Marcial Maciel, resultó ser un pederasta del que tiempo atrás sólo se sabía “realizaba algunas acciones impropias” contrarias a los lineamientos de su religión, pero fue hasta 2009 cuando se destapó todo y soportada por evidencias físicas que se tuvieron que conseguir hasta por debajo de las piedras e incluso así, no eran aceptadas.
Ahora, el caso de las orgías entre sacerdotes se descubrió en cuestión de semanas y no fue posible ocultarlo. Existe un expediente en poder del Vicario Judicial de la sede tarantina del Tribunal Eclesiástico de Puglia, Monseñor Giuseppe Donato Montanaro, en donde hay conversaciones documentadas a partir de herramientas tecnológicas como Skype y Facebook, que ponen en evidencia las actividades sexuales de sacerdotes de toda Italia, los cuales se mantenían en contacto a través de Internet.
Claro, a ellos nadie les advirtió de las consecuencias de utilizar la red de redes como un medio para comunicarse y que cualquier frase dicha en un encuentro, chat, muro o red social puede ser grabada, reproducida y buscada con total facilidad. Y no hace falta ser especialmente famoso o tener un perfil público destacado, sólo basta con que aparezca su nombre y de ahí la búsqueda se hace mucho más fácil.
Lo curioso es que ellos tampoco aprendieron de las experiencias que han sufrido otros sacerdotes, figuras públicas o de gobierno. Ejemplos hay muchos. Uno de los más sonados es de los hijos de políticos que en las últimas fechas han presumido ostentosos viajes, la compra de vehículos de lujo, paseos en helicópteros. Y si el problema es que ellos no están metidos en temas de opinión pública, ahí está el caso del sacerdote Jorge Manuel Guevara Corona, quien recientemente presumió su gusto por autos y mujeres en su página de Facebook.
El castigo por no aprender la lección respecto a que Internet no es el mejor medio para compartir sus “travesuras” – porque TODO se sabrá-, fue una simple destitución de sus cargos, pero para la iglesia católica se convierte en un reto en el que debe encontrar la forma de poner en alto los valores de la religión y ganar más adeptos. Y todo, con el poder de las redes.