Internacional.- Cuando una imagen es muy potente, es muy difícil contrarrestar sus efectos. Que este extraño ejemplo sirva para que los creadores de marca sepan lo bueno que es generar una imagen fuerte en la mente del consumidor.
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Banderas negras y blancas con espadas, barbas prominentes, pickup ostentosas, vestimenta escura y mirada desafiante. ¿Militantes de la organización terrorista Isis? No, hipsters suecos.
Ocurrió en la sede en Suecia de la organización Villanos barbudos (Bearded Villains), una “hermandad de hombres barbudos de élite” internacional que se reunió en un castillo en ruinas de ese país para una sesión de fotos. ¿El problema? Sus ropas oscuras, sus autos grandilocuentes, pero especialmente las largas barbas y las banderas negras con insignias blancas los convirtieron en algo que no eran: células de Isis.
Vecinos del lugar denunciaron que en el Castillo Braehus, en Granna, que está a unos 280 kilómetros al suroeste de Estocolmo, había “terroristas reunidos organizando algún tipo de atentado”. Al menos, eso es lo que escuchó la Policía en los llamados.
Cuando las autoridades llegaron al lugar, y luego de investigar brevemente al grupo de hombres barbudos, descubrió que estaban muy lejos de significar un peligro cierto para la comunidad.
“Nos reímos con los policías, que tuvieron que responder a la llamada, pero rápidamente vieron que no éramos terroristas, en el medio de la nada, vestido con ropa formal, abrazándonos y riendo”, publicó en Facebook Andreas Fransson, uno de los miembros del club de barbudos que promueve “la lealtad, el honor y el respeto” sobre todo. Según reza en su red social, están “dedicados a la mejora de la humanidad a través de la fraternidad, la caridad y la bondad”, publicó The Independient.