Una bomba ha estallado a las 8:40 de la mañana, aparentemente por control remoto, en una turística zona de la capital turca, al paso de un autobús de policías y donde ha dejado al menos 11 fallecidos y más de treinta heridos vuelve a colocar en las noticias a este país que ha sufrido en meses recientes varios atentados que han afectado notablemente el sector del turismo.
Los datos sobre las consecuencias de este ataque, han sido dados a conocer por el gobernador de la ciudad, Vasif Sahin, quien ha declarado a los medios que “Siete policías y cuatro civiles han muerto, otras 36 personas han resultado heridas” y por ahora ninguna organización se ha atribuido su autoría.
El atentado se ha producido cerca de la Universidad de Estambul y de la mezquita de Kalenderhane, que es visitada a diario por miles de turistas, siendo este el segundo ataque en una zona similar, pues el pasado enero, 10 turistas alemanes murieron en un ataque similar en plena Plaza de Sultanahmet, mientras que en mayo un atentado en el sudeste del país dejó otros cuatro muertos.
Este atentado se produce precisamente a comienzos del verano, cuando se espera la gran ola de turistas que suelen visitar este país, pues durante estos meses precedentes los efectos de los ataques anteriores ya habían afectado el sector con un descenso calculado en el 28 por ciento, según un informe de Finansbank, lo que representa la mayor caída en el sector en 17 años.
Un nuevo ataque, aparte de las graves implicaciones que tiene desde el punto de vista humano y político, no es la mejor noticia que podía tener este golpeado sector en este país.