• Previo a la guerra comercial, China era el principal socio de EEUU en importaciones y exportaciones

• El país asiático, según el Banco Mundial, tenía a finales de 2018 una economía valuada en 13.6 billones de dólares

• Su rival norteamericano, por otro lado, registró una economía de 20.4 billones de dólares ese mismo año

Las últimas semanas fueron un periodo de relativa calma en la guerra comercial entre Estados Unidos (EEUU) y China. Huawei disfrutó un breve momento de suspiro que le permitió mostrar buenos resultados trimestrales. Ciertas industrias, como alimentos, retomaron relaciones comerciales. Incluso África aprovechó la tranquilidad para volverse un símbolo de esperanza.

Pero la guerra comercial ha vuelto a tomar su curso y, de nuevo, la más afectada será Apple. Bank of America, citado por Reuters, señaló que las acciones de la marca podrían perder hasta 0.75 dólares en valor por el resumen de hostilidades. Asimismo, señaló que es posible que la compañía incremente en hasta 10 por ciento el costo de sus iPhones. Esto a su vez reduciría la demanda de los smartphones en 20 por ciento global, o 10 millones de unidades.

Nuevas consecuencias de la guerra comercial

De los sectores más afectados por la guerra comercial entre EEUU y China, destaca el de la tecnología. En julio, varias compañías (entre ellas Microsoft y HP) se sumaron al éxodo de las marcas del país asiático. Samsung, en buena parte por la crisis en Huawei, vio desplomarse sus ventas en el segmento de los chips móviles. Incluso el desarrollo de tecnologías como la conducción autónoma están sufriendo importantes barreras en la dimensión de inversión.

IPhones más caros tampoco serían la única consecuencia inesperada de la guerra comercial entre EEUU y China. De acuerdo con Forbes, se corre el riesgo de experimentar una división tecnológica y económica similar a la de la Guerra Fría, pero mucho más pronunciada. IHS Markit además prevé una caída en la inversión extranjera y el comercio internacional.

Lo que antes parecía un conflicto de corto alcance, ahora se pinta como una verdadera batalla de largo aliento. No parece que los poderes políticos en EEUU o China estén dispuestos a frenar la guerra comercial, porque eso significaría ceder en la batalla. Así pues, quedan solo dos opciones para el resto de los agentes del entorno (marcas y público por igual): prepararse para un nuevo mundo bipolar, o intentar detener el conflicto en la medida de sus capacidades.