Esta semana, el reconocido semiólogo y escritor Humberto Eco acusó a las redes sociales de generar una invasión de imbéciles, frase que generó todo tipo de reacciones en las mismas.
Eco es uno de los “gurús” de mi formación académica. Gran semiólogo que logró no solo estudiar los significados sino trasmitirlos a través de conceptos entendibles para un estudiante de 19 años. Como novelista también probó suerte y fue exitoso con títulos como “El nombre de la rosa” llevada también al cine, entre varios tratados, textos y artículos.
Por venir de un especialista en significados, la “calumniosa” frase de Eco merece su debida interpretación antes de ser juzgada, y en lo particular pretendo ofrecer mi propia visión.
Las redes sociales le otorgan un foro de expresión a cualquiera, y aunque muchos o la gran mayoría no expresa ideas propias, si se ocupan de curar o retransmitir contenidos que consideren a su vez como una extensión de su punto de vista, lo cual también genera incongruencias, sobre todo cuando un amigo publica en Facebook un artículo sobre ateísmo y después una imagen religiosa con un texto que dice “comparte con 10 seguidores y serás bendecido”.
Para mí, los Imbéciles de Eco son aquellos irresponsables, que ignoran las consecuencias de sus actos digitales, que ya no cuestionan lo que leen, que hacen caso a consejos de salud emitidos por Yahoo Noticias, que sin conocer la fuente accedan a información y cuestionan a médicos, abogados, veterinarios y contadores, y sobre todo son aquellos que se quedan a nivel de los datos en la pirámide del conocimiento.
En el siguiente gráfico se ilustra la pirámide del “Knowledge Management” o gestión del conocimiento.
Resulta que como sociedad generamos y estamos parados sobre toneladas de datos, mismos que sin su debida estructura no podrían convertirse en información. Información (el segundo nivel), corresponde a la unión y estructura de aquellos datos, son las frases que construyen un artículo o párrafo que comunica “algo”.
La información puede o no agregar valor, y puede o no ser válido o veraz. En cambio, el conocimiento consiste en la validación de la información, cuando ésta agrega valor y ayuda a la toma de decisiones, invita al cuestionamiento y la paradoja.
Sólo cuando el nivel de conocimiento es congruente, consistente, veraz y de valor, podemos aspirar a la punta de la pirámide, a la sabiduría, el estadio más alto de todos. Un sabio no es cualquiera, no solo tiene información, sino la sabe interpretar y predecir con ella.
Los imbéciles de Humberto Eco son (o somos) los que miramos pasar la información, la re-enviamos sin leerla, sin cuestionar y sin juzgar. Siempre he dicho que en tiempos de la sobreinformación es importante contar con un ojo crítico, entender la fuente, cuestionar los datos y comparar.
Ahora bien, Eco es conocido también por sus comentarios cáusticos y desde luego el tono de su declaración tenía el propósito de adquirir impacto mediático, lo cual es válido, pero nuevamente, con la debida interpretación y conocimiento del contexto.
Me quedo con una reflexión adicional de todo esto: necesitamos como audiencia y como consumidores contar con una capacidad de análisis adecuada para discernir entre los contenidos adecuados y los falsos, además de convertir los datos en sabiduría (por qué si hay mucha sabiduría en los medios digitales). Y en cuanto a marcas y empresas las reglas del juego son muy similares. No podemos subestimar la capacidad de abstracción y cuestionamiento de nuestros consumidores en los medios digitales.