Érase una vez, un vaso de cristal delgado y con un raro apéndice, sí, una copa de cristal que aparentaba no soportar la tensión transmitida por una mano sedienta como la mía. Este primer contacto con la experiencia del fermento de Uva, por supuesto, es, ahora, una de las más recordadas por un catador lírico y de a pie.
Evaluar o catar un fermentado de uva, tarea difícil y a todas luces subjetiva, de inicio conocer lo que significa: Redondo, Equilibrado y Armonioso, por una cuestión semántica asumiríamos que se habla de cosas similares entre sí. Solo que, estas definiciones describen características de los vinos al momento de ver, oler y paladear. Según algunos expertos la razón única de esto es maridar, y a través del ejercicio combinar lo que se pretende cocinar en relación con el vino que guardamos en nuestras alacenas. Al momento de la degustación descubrir si la botella elegida huele más de lo que sabe o el sabor domina sobre los aromas o si estos son simétricos entre sí, lo cierto es, que ninguna de estas tres principales características decantan la calidad de un vino, ya que esto dependerá de nuestra singular sensación y lo que esta provoca en determinados momentos.
Quién podría olvidar el contacto inicial del paladar con un sabor extraño tan particular que aporta el vino en él. Un acto que hoy ocurre a edades más tempranas; para la mayoría de mi generación el acercamiento a la cultura del vino llegó entrada la adultez. Imagina un paladar acostumbrado a las cosas dulces, a las bebidas embotelladas burbujeantes. Experiencias poco comparables con las que se tienen respecto del jugo fermentado de la Vid. Son pocos los que pueden argumentar una buena primer experiencia; por supuesto enfrentarse al reto de describir aromas y sabores casi por completo desconocidos, un líquido que sabe a vino, un sabor que no se puede comparar con algo pasado, una cantidad de aromas y colores en los que abundan los matices. Habías imaginado tal cantidad de rojos y variantes del púrpura, una bebida que en principio nos aporta un nuevo vocabulario, colores que van del rojo aladrillado, al púrpura violáceo. En cuanto a los aromas, que van desde los propios del fruto, fruto que es adulterado en cada cosecha por la influencia del ecosistema que lo rodea, plantas con más de cien años de edad, cuántas abejas y cuántos tipos de polen han recibido al momento del cultivo.
La experiencia de cada botella que descorchamos, es única, factores como la temperatura, el ambiente del lugar en el que te encuentras, la razón del descorche, a veces el placer, otras por una junta de trabajo, en realidad los pretextos para descorchar siempre siempre sobrarán. Una bebida que me atrevo a decir no tiene competidor en su gama de precios y variedades, se cuentan en decenas las cepas de vid y en centenas las recetas secretas de cada viñedo, en relación al precio resulta un producto que habita casi en todos los segmentos de consumo.
Imaginemos nuestra marca en un continuo fermento, qué ingredientes secundarios agregamos durante su maduración, qué pretendemos lograr en determinados segmentos del tiempo, la sensación en nuestros consumidores qué tanto resulta equilibrada, armoniosa, o redonda. ¿Qué propósito se tiene con lo que gestamos? Comparar nuestra marca con el viaje del vino desde su concepción, nos coloca en un lugar en el que cada uno de nuestros clientes y prospectos tendrá la mejor descripción. ¿La cuestión es, si estas se parecen a la nuestra? ¿Queremos ser, solo un vino para charlar?