Santiago, Chile.- El objetivo del marketing está claro. La idea es entregar a nuestros clientes y clientes potenciales todas las posibilidades para que puedan elegir productos y servicios bien informados. Sin embargo, mirado desde el punto de vista del marketero, a veces las personas se convierten en números. Números que los hacen alcanzar un bono, un puesto o dejar en claro que son capaces de realizar una gestión exitosa. Pero no todo es cuestión de números. Hay varios factores que apuntan sólo a una cosa: la persona.

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Si no consideramos al ser humano, los números no tienen ninguna validez. Si no trabajamos por sorprender al ser humano, los números no llegarán. Si conseguimos sólo números, lo más probable es que desciendan a la rapidez del rayo, porque el centro no son los números, el centro es la persona que se enamorará de nuestro producto, de nuestro servicio y establecerá una relación fuerte y afectiva con ellos.

Por eso es necesario trabajar la emoción, los temas profundos, el humor, la sensibilidad, el amor y hasta los temas melosos que tanto tratamos de evitar. Es cosa de mirarnos hacia adentro y revisar qué nos mueve. Lo que a ti te mueve, moverá a cientos o miles de personas. Lo quieras o no, somos todos iguales y nuestras motivaciones son similares y más fuertes de lo que piensas, sobre todo a la hora de vincularse con un producto y optar por él.

Tengo una amiga marketera que trabaja en una escuela artística. Hace un tiempo me confesó que no pensaba trabajar con los artistas, porque eran demasiado ególatras, que ella podía hacer igual los números. No me cabe la menor duda. Ella es muy capaz y asertiva. Sin embargo surge la pregunta de si todos aquellos que “compraron” el servicio educacional, sin ver nada de lo que la institución hace permanecerán. Aunque la escuela en sí es la mejor del país, ¿será realmente lo que los chicos quieren? Conocer y entregar conocimiento del producto y/o servicio es fundamental para que la relación entre cliente y empresa sea fuerte. No todo es cuestión de números.