Por Camila González
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@GFCam

Cuánto me ha puesto a reflexionar la reciente discusión sobre #fatisnotafeeling, en la que el grupo Endangered Bodies juntó cerca de 15 mil firmas para que Facebook quitara los estatus emocionales de “I feel fat” y “I feel ugly” de su Función de Sentimientos. ¿La razón? Pues obviamente que estar gordo o feo no son sentires y banalizar así estos conceptos, además de situarlos como “sentimientos” o “sensaciones”, puede derivar en problemas de auto estima, discriminación e intolerancia.

A raíz de esa noticia, con la cual además estuve obviamente de acuerdo, me quedé muy pensativa y hasta preocupada, ya saben, siempre me preocupa cuando los avances tecnológicos nos incapacitan y hasta deshumanizan. En mis disertaciones pensaba que, como si fuera poco, Facebook también rige nuestras relaciones interpersonales, sí, nuestro modo de entablarlas y de mantenerlas.
Me refiero a que, sin darnos mucha cuenta a qué horas, nuestro mundo social está en una pantalla y se ejecuta con un teclado. Y unos funcionarios equis de la red social, perdón de Papá Facebook, son los que “creativamente” nos ofrecen –a 900 millones de zombies usuarios- los parámetros para expresarnos y así estandarizar nuestros sentimientos y percepciones. Estamos atrapados en un sistema, no solamente que nos espía y conoce hasta la médula, sino que establece los modelos que tenemos ahora para ser sociales, hacer amistades y hasta enamorarnos. Modelos, por demás, estrechos y poco espontáneos.
Me impresiona cuando los ejecutivos de Facebook dicen, por ejemplo, que ellos nos dan opciones para expresarnos al poder elegir entre más de 100 sentimientos para poner en nuestros estados o agregar uno de nuestra propia inspiración. Parece que tenemos ahora que agradecerle a Papá Facebook su generosidad por el número de sentimientos que nos permite sentir.

Es que las redes sociales son más virtuales que reales. Lo cierto es que en esos muros, a los que tanto tiempo dedicamos, no están ni se vislumbran los vínculos de fondo, los que nos hacen la vida más llevadera. Impacta que desde nuestra cama manejemos las relaciones como quien juega un video juego. ¿Y el contacto humano? ¿Y las miradas? ¿Y la espontaneidad? ¿Y el humor del otro?
Ahora resulta que los emoticones -que la verdad yo no entiendo las caritas de muchos- pueden reemplazar palabras, caricias, miradas, cosquillas, sonrisas y el erotismo. Al respecto, Giovanni Frazzetto habla de esto en su libro ‘Cómo sentimos’ (sobre sentimientos, emociones y neurociencia). Este científico, estudioso de la transformación del amor en esta época de la virtualidad, dice que los sentimientos son más complejos que un emoticon y que “estamos ‘desaprendiendo’, olvidando cómo sentir y cómo relacionarnos con otras personas”.

Vivir no es teclear, es arriesgarse, es conocer, es tocar, es sentir, es ver, es oler, es decir, es reírse y hacer reír, es besar. Vivir es tener la experiencia plena de cada cosa. Como ejemplo de esto, Frazzetto comenta que también “estamos olvidando cómo seducir. Ya no vamos a un bar a conocer a alguien, sólo comprobamos si está online”. ¡Horror!

La vida es demasiado corta para que perdamos el tiempo con promesas a través de chats y mensajes coquetos en los muros, cuando nada va a reemplazar la delicia de tener a la otra persona enfrente.