Buenos Aires, Argentina.- La Iglesia Católica descubrió hace uno pocos años que sin marketing iba a terminar reducida a un público cada vez más acotado. En ese marco, acciones como ésta en Argentina: un santo con copyright.
La mercadotecnia y la religión, guste o no, ya no pueden ser cuestiones completamente aisladas una de la otra. En ese nuevo contexto de “vender” la Iglesia, en el que el Papa Francisco parece tener mucho que ver, y en el de aprovechar las ganancias del turismo religioso, se enmarca esta decisión de un Obispado argentino: registrar el nombre de un santo como marca.
“Consciente de que el primer santo completamente argentino, José Gabriel Brochero, abre muchas oportunidades para las empresas, el Obispado de Cruz del Eje registró la marca Cura Brochero”, publicó La Nación.
Según dijeron al medio argentino desde el estudio Eguía y Asociados, encargada del trámite, el “espíritu” fue “netamente preventivo, para preservar el buen uso” de un nombre que se volvió público y global.
Hay que recordar que José Gabriel Brochero fue proclamado santo el pasado 16 de octubre en Roma. Se le atribuyen dos milagros en dos niños: Nicolás Flores –un pequeño que tenía 11 meses cuando casi fallece tras sufrir un severo accidente de tránsito– y Camila Brusotti –una nena que se recuperó de lesiones que la habían dejado al borde de la muerte–.
El espíritu del marketing
La marca se registró sobre todas las categorías que contempla el clasificador internacional: 34 productos (desde una pintura hasta una remera, pasando por una golosina) y 11 servicios (abarca desde la organización de eventos a un programa de radio), dice La Nación.
El registro busca evitar que empresas importantes saquen provecho del Cura Brochero y no a quien vende un rosario en la calle
Más allá de que la idea es más que todo preservar la marca para que no se haga abuso de ella, está claro que la Iglesia ha decidido tomar posición activa en este tipo de cuestiones. Con la beatificación del Cura Brochero y la posterior canonización, se ha generado en el país un terreno fértil para el turismo religioso del que la Iglesia puede obtener rédito.
“El consumo religioso tiene mucha potencialidad”, dijo al mismo medio Juan Tognetti, marketer y titular de la agencia Someone Media. El especialista agregó que “es una jugada muy inteligente para defender un producto”, y que incluso la Iglesia Católica es la que “más tarde está llegando” a la tendencia, ya que las evangélicas y las protestantes “hace años que usan muy bien el marketing”.
La inscripción tiene vigencia por una década y es renovable sin límites. Alcanza tanto a “cura Brochero” como a similares que puedan confundir, tales como “san Brochero” o “Gabriel Brochero”.
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