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La estrategia que usó el Festival de Cannes contra la distribución fílmica de Netflix fue bastante arriesgada. Este año el encuentro galo programó dos películas producidas por Netflix –Okja, de Bong Joon-ho; The Meyerowitz Stories, (New and Selected), de Noah Baumbach-, cuyo estreno se hará a través de la plataforma. Sin embargo, la organización del festival dijo que el próximo año ninguna película que no sea vista en salas francesas, antes de llegar al streaming, podrá optar por la Palma de Oro, el premio máximo del certamen. La reticencia de Cannes a aceptar la forma en la ahora se ve el cine fue interpretada como una muestra de nostalgia.
El primer día del festival el cineasta español Pedro Almodóvar, que fungió como presidente del jurado, dijo que sería una contradicción que una película que no sea vea en el cine ganara la Palma de Oro. Por otro lado, Will Smith, integrante del comité encargado de otorgar los premios dijo: “en mi casa Netflix ha sido un absoluto beneficio”. Las declaraciones enfrentaron las posturas predominantes del cine europeo, que contrariamente siempre se ha caracterizado por ser más progresivo, y del cine de Hollywood, asociado al consumo masivo.