De forma personal, he estado involucrado con la compra y venta de artículos relacionados con la COVID-19. Desde diciembre de 2020, me interesé mucho en el tema; desde que se dieron los reportes de la situación que estaba aconteciendo en Wuhan, fui muy activo en mis redes sociales dando mi punto de vista de cómo sentía que necesitábamos actuar con mayor urgencia en México, sin embargo, mi involucramiento con los negocios de la COVID-19 se dio de una manera mucho más fortuita.
Uno de estos días, un amigo me preguntó que si yo sabía de algún proveedor de cubrebocas, en el momento no conocía a ninguno, pero sabía de otro amigo que podría conocer a alguien. Hablé con él y así comencé un negocio al que le he dedicado tiempo y esfuerzo y que se dio a raíz de ese primer contacto. De entonces a la fecha, ha sido fascinante para mí ver cómo se desarrollan este tipo de negocios. En realidad, estamos hablando de una industria que mueve billones de dólares más en México, desde que inició la contingencia y que era una industria con un tamaño mucho menor antes de la misma. Hoy en día, creo que no será difícil para cualquiera de mis lectores hablar de algún pariente o amigo que está negociando con cubrebocas, mascarillas, gel o algún otro producto de salud que se han vuelto de consumo masivo por la contingencia.
Hay muchas personas involucradas en el negocio y muchas de ellas no son profesionales; desde estudiantes, hasta cualquier tipo de profesionista, muchos de ellos sin un historial de carrera en la industria de la salud, pero eso no es todo, también hay muchos fraudes de personas sin escrúpulos que dicen tener producto y logran despojar a personas de buena fe, que le dan dinero a cambio de productos inexistentes. Sin embargo, más allá de los riesgos inherentes a un ambiente así, lo que más me llama la atención es la velocidad a la que se mueven estos negocios. La demanda global de artículos para la COVID-19 es tan grande que los inventarios reales de producto existentes se mueven en cuestión de horas, a veces de minutos. Es un negocio perfecto para herramientas de mensajería rápida como WhatsApp.
Pero, ¿por qué WhatsApp? Esta herramienta y otras nos ayudan a mandar mensajes instantáneos rápidamente a listas de contactos y a organizar nuestras comunicaciones. Además, nos ofrecen funcionalidad; los grupos y las listas de difusión nos pueden ayudar a difundir ofertas de productos rápidamente a un grupo grande de personas. Las mismas respuestas a dichas ofertas también son instantáneas.
Ahora bien, si las herramientas de comunicación instantánea actúan como habilitadores de negocios rápidos, la reputación personal es uno de los pilares de los negocios en esta pandemia. Como ya comenté en este artículo, la posibilidad de hacer dinero rápido ha hecho que muchas personas estén tratando de hacer negocio con estos productos de cuidado e higiene, lo que ha dado lugar a muchos fraudes y ha generado mucha desconfianza, tanto del lado de los compradores como de los vendedores. En estos momentos es cuando la reputación personal tiene un gran peso, es mucho más seguro hacer negocios con las personas en las que se confía. Aún, ante la posibilidad de hacer grandes negocios, es mejor hacerlos con personas de tu entera confianza; allí es donde la reputación personal juega un papel absolutamente clave. Podríamos decir que son momentos en los que una reputación personal fuerte se puede monetizar.
Los negocios en esta era de la contingencia pueden ser muy interesantes y claramente son una de las pocas industrias en auge, en momentos en los que muchos sectores están detenidos. Es clave que, si algunos de ustedes deciden participar en ellos, lo hagan con mucho cuidado de los riesgos que implica hacer negocios en una industria sobrecalentada en donde hay personas buscando hacer dinero rápido. No escatimen en sus esfuerzos para obtener pruebas sólidas de que el producto existe y compren a personas que tengan una buena reputación. Es clave que nos apoyemos y hagamos transacciones honestas. Al final de cuentas, los productos que se transaccionan pueden ayudar a salvar vidas y ese debe de ser el fin último de dichos negocios, preservar la vida.