Ya las cosas están muy claras y las cartas sobre la mesa. A quién no le quede claro que la vida digital es una nueva realidad de las realidades no sobrevivirá los próximos años, ya sea como marca o como individuo.
Desde hace más de veinticinco años, el mundo ha experimentado avances tecnológicos, culturales y sociales como quizás en ningún otro momento de la historia. Esta nueva realidad no sólo nos ha sorprendido –o, mejor dicho, nos ha abofeteado–, sino que nos ha sobrepasado y obligado a desarrollar un hambre insaciable de contenido, información, conocimiento y sentido de pertenencia. Y en este afán de saciar el hambre pasamos por alto que muchos de estos avances son aparentes, que no todos los mensajes son contundentes y que abundan los discursos contradictorios. Es por ello que entender la actualidad exige entenderse a uno mismo.
Claro que esto no es nuevo. A lo largo de la historia, el ser humano, contradictorio por naturaleza, se pierde, se encuentra y vuelve a perderse. “¿Quién soy?”, se pregunta, y descubre parte de la respuesta en esta búsqueda, a la que se suma la construcción de la identidad, sobre la cual, a su vez, se cimientan los pilares de todas las sociedades actuales.
Partamos de que los humanos atravesamos por crisis constantes y nos encontramos en una continua búsqueda interior. Lo mismo ocurre, por tanto, con las sociedades que formamos. Este proceso individual y colectivo es recursivo e interminable.
Hambre de conocimiento, escasez o sobreabundancia de información, necesidad de satisfacer los deseos ardientes… estos son conceptos con los que me gusta mucho relacionar la identidad y mi propio proceso para entenderla. Cabe señalar que dicho proceso es, en mi caso, empírico, experimental, autodidacta y naturalmente orgánico-, es decir, de origen y con la armonía que se produce por las fuerzas de la naturaleza, como contrapuesto a sobrenatural y milagroso-. En esta búsqueda del sentido de identidad ha habido preguntas, respuestas, tropiezos, graves errores y mucho aprendizaje.
¿Alguien que mata por defender su identidad digital?
Sí, caray, no es una película de ficción. Es la realidad pura y dura. Esta semana Nasim Aghdam, mujer de 39 años, mató en medio de su realidad a Youtube. Y después de herir en la oficinas de la red social de videos a dos personas, se suicidó. Según varios reportes, para ese entonces la mujer tenía unos 5.000 seguidores en YouTube, 16.000 en Instagram y 1.600 en Facebook.
¿Qué está pasando? Nada para rasgarse las vestiduras. Es la nueva realidad. Una mujer mata a empleados de Youtube porque le parece injusta la remuneración monetaria por el tráfico que genera a la red social. Tal cual. Independientemente de su salud mental para llagar a semejante situación patológica, el mensaje aquí es: Apriétese los cinturones de seguridad. El mundo dejará de ser mundo como antes era visto. Hoy la vida digital penetrará en las realidades de todos, ricos, pobres, solos, mujeres y hombres. Si no estamos preparados para afrontarlo con información clara y segura, terminaremos muertos en vida. Y sin futuro próximo aparente.
“No es la más fuerte de las especies la que sobrevive y tampoco la más inteligente. Sobrevive aquella que más se adapta al cambio.”
–Charles Darwin, naturalista inglés