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“Al momento de delegar, tu trabajo es dibujar claramente el éxito y describir los objetivos” -Steven Sinofsky, Microsoft
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“Los mejores jinetes dan a entender quién está al mando, pero manejan al caballo con las riendas flojas” -Sandra Day O’Connor, Corte Suprema de Justicia de Estados Unidos
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“Ninguna persona que quiera encargarse de todo puede construir un gran negocio” -Andrew Carnegie, empresario
De acuerdo con Task Que, hay varias características del liderazgo eficiente. Entre estas cualidades, destacan honestidad, confianza, inspiración, compromiso, etcétera. Pero una destaca por encima de las demás: la capacidad de delegar tareas de forma eficiente. De acuerdo con INC, hasta 53 por ciento de los empresarios creen que pueden mejorar su negocio si asignan parte de sus tareas a colaboradores y subordinados.
¿Por qué es una ventaja competitiva? Resulta que no muchos líderes saben cómo distribuir tareas. En cifras de Xero, citadas por Small Business Trends, hasta 77 por ciento de las marcas sienten los efectos del burnout. Tampoco hay mucho énfasis en desarrollar estas habilidades dentro de las organizaciones. Un estudio del Institute for Corporate Productivity apunta que apenas una de cada cuatro empresas invierten en capacitaciones para aprender a delegar.
Tampoco es fácil aprender a delegar correctamente. De acuerdo con Prialto, hay varios errores que se pueden cometer en el camino que anulan por completo es esfuerzo. Es una barrera tan retadora, que Gallup estima que 75 por ciento de los emprendedores no pueden construir equipos que influyan positivamente en el desempeño de sus negocios. El consultor Víctor Eduardo Salgado Carmona apunta que hay tres claves para aprender a repartir tareas:
Corroborar la claridad de las instrucciones
Al momento de delegar, es fundamental que todas las personas involucradas estén en la misma página. Un líder no puede irse con la idea que sus colaboradores entendieron la orden y sus asignaciones y esperar lo mejor. Hay que confirmar que las personas se sientan seguras de cuáles son los objetivos que deben conseguir. Además, éstos deben coincidir con los que se están comunicando. No importa cuántas veces se deba repasar la tarea en cuestión.
Tener un proceso de seguimiento claro
Para delegar, también es crucial que los supervisores observen de cerca las tareas asignadas, en especial al inicio. Claro, esto no significa que deba existir una micro-administración de cada paso y proceso. Al final, el punto de asignar tareas es repartir la carga de trabajo. Pero sí es necesario establecer fechas de entrega y actualización. Es muy importante que este seguimiento no asfixie a las personas ni las haga creer que no se confía en su trabajo.
Reconsiderar las “multas” de delegar
Siempre existe el riesgo que una de las tareas asignadas no se complete satisfactoriamente o en el tiempo marcado. Ciertamente estos fallos deben penalizarse, pero pueden tener un giro para conservar la moral. Una opción es dejar que las personas elijan sus propios castigos. También pueden ser al estilo de invitar una comida al equipo o ceder un día de vacaciones para hacer papeleo. De esta forma, es posibles evitar efectos negativos en la motivación.