Rikako Ikee, nació Edogawa, Japón, en el año 2000. Su madre la dio a luz bajo el agua, una condición que sin lugar a dudas, marcaría su destino para siempre. Ella comenzó a nadar a los tres años de edad; a los 5 años era capaz de nadar 50 metros en los cuatro estilos: mariposa, dorso, pecho y crawl, cosa que para muchos adultos sería compleja.
A partir de ese momento su vida deportiva estaría compuesta por dos caras de una misma moneda: en una el esfuerzo, en la otra el triunfo. A los 16 años debutó en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro en Brasil, participando en 7 diferentes eventos.
La fórmula esfuerzo y triunfo seguía más eficiente que nunca, hasta que en el mes de febrero del 2018, una noticia cimbraría su vida: Rikako fue diagnosticada con leucemia. La tristeza, el miedo, la confusión y el dolor la invadieron. La enfermedad le provocó deseos de morir. El tiempo y su personalidad la harían arrepentirse de esos deseos y sentimientos. La enfermedad dio un giro a su vida repleto de experiencias de valor incalculable, la más valiosa de ellas: no dar por hecho la vida. Rikako agradecía y consideraba un autentico milagro el estar viva, mientras luchaba contra la enfermedad.
Después de 406 días sin nadar, por fin volvió a la alberca. La determinación y la disciplina de las cuales usualmente echaba mano, fueron una vez más infalibles. A dos años de haber sido diagnosticada, Rikako ganó los 100 metros mariposa en las pruebas para integrar el equipo olímpico que representará a su país en la próxima justa deportiva, consiguiendo con ello un lugar dentro del equipo.
Rikako soñaba con participar en los Juegos Olímpicos de Paris 2024, pero el destino que se había construido le tenía reservado un lugar en Tokio 2020. Las lágrimas corrían por sus mejillas mientras era testigo de su triunfo en la alberca al finalizar su prueba.
En tiempos en que el Covid 19 nos ha puesto contra las cuerdas, la experiencia de Rikako debe recordarnos que no podemos perder la esperanza y que es preciso confiar en nuestra fortaleza, disciplina y esfuerzo para vencer los retos que la vida nos tiene agendados. Podemos caer, fallar y equivocarnos, pero los deseos de seguir adelante nunca deben faltar. Como Rikako, luchemos por aquello que más queremos.