Crear condiciones en el deporte, que permitan ofrecer oportunidades por igual tanto para hombres como para mujeres, debería ser una asignatura en construcción y seguimiento permanente. En México escuchamos con frecuencia, la diferencia que existe en la gestión deportiva entre la rama femenil y la varonil.

Es el deporte un mecanismo de formación física y mental de extraordinario valor en la vida del ser humano. Una disciplina que además de construir bienestar, cultiva una serie de valores y herramientas que pueden ser determinantes en el desempeño del individuos a lo largo de las distintas etapas de la existencia. Mediante el deporte se aprende a persistir, a ser disciplinado, a buscar la adaptación y la resiliencia, a ganar y a perder, entre muchas otras lecciones de incalculable valor.

Por ello, en un país como el nuestro, en el que prácticamente en ninguna cancha que analicemos se tiene piso parejo entre hombres y mujeres, la oferta de oportunidades en la disciplina deportiva se vuelve un reto sumamente importante.

En la búsqueda por sortearlo, existen extraordinarios ejemplos de estrategias y medidas tomadas en otros países que pudieran ser importadas y tropicalizadas para cerrar la brecha existente entre ellos y ellas. Hoy quisiera llamar tu atención a través de una, el Título IX, ley vigente en los Estados Unidos que ha sido parte de los esfuerzos que han permitido al deporte femenil de ese país destacar y triunfar. Ésta protege a las personas de la discriminación por razones de sexo en programas de enseñanza que reciben apoyo económico federal. Esto quiere decir que las escuelas fondeadas con recursos del Estado deben ofrecer las mismas oportunidades en sus programas deportivos tanto a hombres como a mujeres. Especialistas sostienen que en 1972, cuando la ley comenzó a aplicarse, una de cada 27 mujeres participaba en alguna actividad deportiva en la escuela; hoy, una de cada 3 lo hace.

Lamentablemente, practicar deporte en México es un lujo, un privilegio disponible solo para algunos cuantos. La inmensa mayoría de la población no cuenta con los recursos necesarios para destinar parte de su tiempo a ello; tampoco cuentan con la disponibilidad de instalaciones y equipos necesarios para siquiera intentarlo.

Que no practiquemos deporte, es una de las causas que han deteriorado profundamente nuestra salud y bienestar, además de que nos ha privado de las grandes lecciones y beneficios presentes y futuros que el deporte obsequia a aquellos que lo practican. La crisis se agudiza si encima de ello, analizamos el caso particular de las mujeres. Por nuestras mujeres y por la salud y desarrollo de nuestra comunidad y sus integrantes, más deporte y mismas oportunidades para ellas y ellos.