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Juan Becerril
Juan Becerril

Mujeres, agricultura y marketing: barreras por derribar

Los protocolos de protección en pro de la igualdad, no blindan a las mujeres fuera de los muros de la compañía.

Antes de aterrizar en el campo, algunos datos reveladores que me mueven a una constante reflexión:

  • CONAPRED señala que las mujeres en México son el único grupo discriminado que no es minoría. 
  • En México, las mujeres perciben un salario 34.3 por ciento menor al de los hombres de acuerdo con información publicada en el sitio de ONU Mujeres.
  • Y eso no es todo pues, de acuerdo con un estudio realizado por la consultora McKinsey, solamente 15 por ciento de las empresas en México tienen mujeres en puestos directivos y únicamente 8 por ciento están en alguna posición de dirección general. 

 

El primer planteamiento que le quiero compartir, es que claramente la “línea de salida” en la carrera laboral, no está colocada en el mismo sitio para hombres que para mujeres. 

Y ahora sí, respecto de la presencia de mujeres en la agricultura, la FAO comparte que la fuerza laboral femenina:

  • Alcanza hasta el 50 por ciento en África y Asia, 
  • Representa alrededor del 40 por ciento en Latinoamérica,
  • Se ubica en niveles del 20 por ciento en México.

 

Estas cifras combinan necesidades y circunstancias quizá no vinculadas con el deseo de ser parte de esa industria, pues como lo he transmitido en este espacio, el campo tiene matices muy distintos que van desde la sobrevivencia hasta la alta productividad.

 

MÁS ALLÁ DE LAS EMPRESAS Y EL MARKETING

Una gran mayoría de las compañías agrícolas tienen inserto el tema de equidad dentro de su filosofía organizacional (para lo cual le invito a que eche un vistazo a las páginas de Cargill, John Deere, Bayer o Syngenta para conocer más acerca del tema) y esto es genial, pero desde mi experiencia le comparto que la primera vez que tuve la oportunidad de formar parte del comité de diversidad e inclusión, fue un parteaguas en mi entendimiento respecto a este tema, pues escuchar los testimonios y posturas de quienes han vivido o sufrido la desigualdad en primera persona, nada tiene que ver con las referencias documentales que podemos tener, además de que es una gran prueba que nos enfrenta a con las propias creencias y a nuestros sesgos inconscientes mismos que me permito ejemplificar a través de una necesaria generalización: mujeres y hombres hemos normalizado que la lactancia, las labores en casa, el cuidado de los hijos, son temas “de ellas”, y peor aún, cuando los caballeros intervenimos de algún modo en esos procesos, creemos que estamos ayudando. 

Finalmente le cuento que no podemos ignorar que, si bien los esfuerzos de las organizaciones son fundamentales para elevar la consciencia y cambiar comportamientos, no deja de ser una burbuja, pues los protocolos de protección en pro de la igualdad, no blindan a las mujeres fuera de los muros de la compañía y me permito ir más a fondo.

Nunca he visto falta de equidad al momento de definir un sueldo en las organizaciones para las que he prestado mis servicios ni alguna acción deliberada para elegir a un candidato por encima de una candidata,  pero sí he presenciado actitudes de grupos relacionados al campo, (externos a las empresas) que normalizan acciones como aquel “club de empresarios” que no permitía el acceso a mujeres a sus instalaciones o el trato despectivo que en una comunidad menonita se ejercía contra la mujer al no dejarla sentarse a la mesa sino hasta que ellos terminaran de comer. La disculpa en ambos casos era tan simple como absurda: así son nuestras reglas, así es nuestra cultura.

 

Y A PESAR DE TODO, LO LOGRAN

Cierro esta columna diciéndole que mujeres agricultoras, comunicadoras, investigadoras, directoras de marketing, finanzas o ventas y muchas otras funciones, han logrado el éxito personal y laboral a pesar de nuestra pesada carga cultural que sólo se resolverá con la participación de todos y cada uno de nosotros que debemos ser más empáticos y convertirnos en verdaderos aliados.

Ejemplos sobran y basta pensar (en mi caso) en mi esposa, mi hija, mi madre, mis tías, mi suegra o mis cuñadas para entender que su lucha es mi lucha y que a pesar de las circunstancias simplemente son muy chingonas.

 

SEMBRANDO REFLEXIÓN 

No basta soñar con la búsqueda de una plena y bien entendida igualdad, sin caer en extremos innecesarios, hay que actuar desde nuestra trinchera y promover el diálogo e investigar así como escuchar al respecto pues no hay nada más valioso que estar abiertos a cambiar de opinión y enriquecer nuestro criterio día con día.

Además de invitarlos a encontrarnos en esta columna la semana entrante, le invito que visite mi canal de YouTube HARTOcontraste pues estaré estrenando CHINWoman, mujeres exitosas, una serie de entrevistas que busca dar voz y visibilizar la lucha de mujeres que en su día a día han logrado cosas geniales incluso para otras mujeres. Suscríbase y acá nos vemos.

 

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