La transmisión televisiva de la edición 94 de los Premios Oscar tuvieron un raiting de 15.36 millones de espectadores según Nielsen, lo que representa una mejora de 5.5 millones de personas en comparación con el año anterior en que que hubo una emisión híbrida ante un momento de incertidumbre por la pandemia, en ese momento tuvo un mínimo histórico de audiencia, con 9.85 millones de personas viéndolo en Estados Unidos; sin embargo, muy lejos de aquellas épocas doradas del Titanic cuando cerca de 55 millones de personas veían la premiación.
Durante la gala de este año, Will Smith golpeó a Chris Rock en el escenario después de que el comediante hiciera una broma sobre la esposa del actor, Jada Pinkett Smith, el acto se convirtió en un fenómeno mediático con más de 25 mil menciones en twitter inmediatamente después de lo ocurrido y claro, llegó a los teléfonos de todos, de la acción se hicieron memes, gifs y cientos de notas periodísticas, por supuesto que se habló mucho más de la reacción de Smith que de la película ganadora.
El morbo ha triunfado en esta generación acostumbrada a la inmediatez y claro que es mucho más relevante la cachetada que el fondo: conocer las mejores películas del año de acuerdo con un grupo de especialistas. En fin… al pensar en ello lamento la transformación de la atención mediática sea tan efímera, tan fácil y tan banal. En todo caso, la cachetada abre múltiples debates en torno a la libertad de expresión y la violencia.
Aunque, por otro lado, considero que el interés siempre ha sido el mismo, lo único que cambia es el canal, antes a la transmisión de los Premio Oscar se le dedicaban horas previas para conocer a las peores y mejores vestidas y la pareja de cada uno de los asistentes.
Hasta hace algunos años bastaba un evento en vivo en televisión para que miles de personas estuvieran pendientes de lo que ocurría como si eso fuera lo único que pasaba en ese momento en el mundo, así hablábamos de Miss Universo, de un musical, del estreno de una película o de un partido de futbol. En la actualidad con la basta de diversidad de contenidos en plataformas e Internet muy pocos eventos televisivos toman relevancia y son tema de conversación masiva como la más reciente entrega de los Premios Oscar claro, con el respectivo escándalo.
Los premios tendrán que generalizarse (como lo han hecho poco a poco), para que sean de interés por las nuevas generaciones porque de no ser así a quien le va a interesar lo que contengan sino incluyen los estrenos de Netflix u otras plataformas.
Los Premios serán recordados por las múltiples menciones de apoyo a Ucrania que mantiene un conflicto bélico con Rusia y por las declaraciones de Penélope Cruz unas horas antes de la transmisión al hablar de su experiencia con Harvey Weinstein, acusado en múltiples ocasiones por acoso sexual.
El tiempo decidirá si estos premios tendrán futuro, si tendrán que cambiar su formato o se reducirán a mantenerse de escándalos.