La tecnologĆa sustituyó de golpe a los paradigmas y modelos comunicacionales que aprendimos, como algo novedoso, en los ochentas y noventas. Teóricos y comunicólogos de esa Ć©poca como David. K. Berlo, Harold Laswell, Armand Mattelart, Eco e incluso algunas teorĆas de Giovanni Sartori, han sido rebasadas a gran velocidad por el avance tecnológico insertĆ”ndolas para el recuerdo en las pĆ”ginas de libros sobre TeorĆas de la Comunicación. Historia pura.
Cada vez que me refiero a la evolución en la comunicación, me agrada recordar esta frase que uso en mis clases de comunicación polĆtica para ilustrar el salto que ha dado nuestro sector en el tiempo: *De la Carabela de Colón al WhatsApp* concepto que ilustra el salto de nuestro sector en el tiempo y nos presenta de un plumazo la utilidad de la tecnologĆa; imaginemos ahora lo Ćŗtil que para el descubridor de AmĆ©rica hubiera sido al tener una aplicación por la cual informar a los Reyes de EspaƱa que habĆa descubierto tierra. Se habrĆa ahorrado en el retorno a la penĆnsula varios meses de viaje.
De igual manera, la sociedad se va transformando y obvio, ya no es la misma que se enfrentó a la revolución de la WEB y la que en el 2000 utilizó con mÔs idea la digitalidad de la comunicación y el boom de los teléfonos celulares. Tampoco es la misma la que ahora vive la llegada a nuestros hogares, empresas e instituciones de la inteligencia artificial.
En este mismo ejercicio de retrospectiva, también los modelos de comunicación y la vertebración de la sociedad no son los mismos y esto, en independencia de traernos nostalgia y gratos recuerdos, obliga a los comunicólogos y responsables de la comunicación corporativa, ahora llamados DIRCOMS, a gestionar mejor los procesos de comunicación y poner especial énfasis en la gestión de la reputación.
¿Qué es la inteligencia artificial ? En una definición simple la inteligencia artificial es la inteligencia llevada a cabo por mÔquinas. Punto.
Cuando damos mÔs detalles, nos referimos a ella como el programa de computación diseñado para realizar determinadas operaciones que se consideran propias de la inteligencia humana como el auto-aprendizaje.
Coloquialmente, el tƩrmino se aplica cuando una mƔquina imita las funciones cognitivas que nosotros los humanos asociamos con otras mentes como por ejemplo, percibir, razonar y resolver problemas.
El concepto no es nuevo, ya John Mc. Carthy en 1956, habĆa acuƱado la definición como la ciencia e ingenio de hacer mĆ”quinas inteligentes, especialmente programas de cómputo.
Revisemos juntos para continuar con la premisa establecida, las siguientes escenas que ahora son cotidianas y antes eran letra de ciencia ficción. āEl armado de autos es ahora realizado por robots, desplazando cientos de personas de sus trabajos; las operaciones bancarias son ahora realizadas desde un Smartphone; los servicios pĆŗblicos como el agua, la energĆa elĆ©ctrica, compras on line, compra de cafĆ© entre decenas de servicios mĆ”s, son realizadas a travĆ©s de las apps; reservaciones de vuelos, rentas de vehĆculos, contratación de una habitación en cualquier parte del mundo estĆ”n ahora al alcance de una tecla.
¿Qué nos toca entonces hacer como comunicadores y mercadólogos ante este panorama?
La primera acción es verificar que la interacción y el alcance de la artificialidad se convierta en una herramienta que complemente nuestras actividades diarias pero que no rebasen el tramo de decisión que nos toca realizar a nosotros. El nombre del juego es apoyo y no sustitución.
Las mÔquinas operan a la perfección el data mining o el machine learning analizando una gran cantidad de datos pero los seres humanos con esos anÔlisis debemos ser los que tomemos las decisiones, el rumbo, crear escenarios y forjar la identidad de las sociedades y empresas.
ĀæAlguno de Uds. recuerda la famosa pelĆcula que ilustra el punto llamada Wall-e?
Nos encontraremos mƔs adelante.