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Entre los miembros del G20 se cuentan Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Francia, Alemania, India e Indonesia.
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También están Italia, Japón, Corea del Sur, México, Rusia, Arabia Saudita, Sudáfrica, Turquía, Reino Unido, EEUU y la UE
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Los países reúnen alrededor del 85 por ciento del Producto Global Bruto y dos terceras partes de la población mundial
Tras la llegada al poder de Donald Trump, la dinámica de la política internacional ha cambiado de forma significativa. Estados Unidos (EEUU) ha virado lejos de la cooperación de naciones. Ahora, la prioridad del régimen norteamericano es el bienestar local. En el entorno comercial, lo anterior ha provocado numerosos conflictos entre la administración del ex-magnate y varios de sus principales socios comerciales. Entre ellos México y China, notables miembros del G20.
Irónicamente, el G20 acaba de reafirmar su compromiso con el crecimiento económico mundial. Según AP, ministros de finanzas de los países que forman parte de esta agrupación se reunieron este domingo en Japón, previo a la reunión de jefes de Estado en Osaka a fines de mes. Los funcionarios (entre quienes se encuentran representantes de EEUU, China, México, Argentina, Brasil y Alemania) enviaron un comunicado conjunto tras el encuentro.
En dicho documento, reconocieron la existencia de tensiones geopolíticas que están intensificándose. Al mismo tiempo, los ministros del G20 prometieron abordar “estos riesgos y estaremos listos para tomar nuevas acciones”. Asimismo, señalaron que trabajaran por un crecimiento económico “fuerte, sustentable, balanceado e inclusivo”. Ninguno, ni siquiera el representante de EEUU, mencionó directamente los conflictos comerciales con China u otras naciones.
Reafirmando la polarización del G20
La guerra comercial de EEUU contra sus aliados ha creado grandes brechas entre los líderes de los 20 países más ricos del mundo. Los ejemplos claros son México y China, que tienen una disputa directa con la administración de Trump. Sin embargo, otros integrantes del G20 han mostrado una tensa relación con la nación norteamericana a raíz de los conflictos económicos. Japón, por ejemplo, ya empezó a cerrar sus operaciones a agentes extranjeros.
También la situación de Rusia ha cambiado a raíz de la guerra comercial de EEUU contra el mundo. No solo hay marcas que han empezado a mover su operación al país euroasiático. Otros miembros del G20, entre ellos China, Japón y Reino Unido, parecen estar abriéndose al rival histórico de la nación norteamericana. Incluso se han visto relaciones más estrechas entre el gobierno de Putin y otras administraciones fuera del grupo, como Venezuela y Palestina.
Según AP, en la reunión del G20 había distancia visible entre naciones. Christine Largarde, del Fondo Monetario Internacional (FMI), llamó a terminar con la guerra de tarifas. El representante de Francia, Bruno Le Maire, pidió a China y EEUU resolver su pleito a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Y en general, el consenso fue que la administración de Trump necesita ajustarse a los parámetros de cooperación que se han promovido por décadas.
Daño de marca para EEUU
Mantener el liderazgo del G20 es un puesto envidiable en muchos sentidos. No solo implica que efectivamente se pueden dictar en cierta medida los temas de urgencia en la agenda internacional. Asimismo, se puede explotar el capital político del país para mejorar la influencia o posibilidades comerciales para las compañías y empresas nacionales de alcance global. Además, se puede tener una ventaja en el (cuantioso) desarrollo de nuevas tecnologías.
El problema es que, con sus políticas, EEUU está poniendo en riesgo su liderazgo con el resto del mundo. Los casos de China y México son claros. Con la nación asiática está poniendo en riesgo cadenas de suministro que en última instancia herirán, al menos en el corto plazo, la capacidad de su industria. Y al usar cuestiones económicas para impulsar su agenda migratoria, Trump está forzando la mano de uno de sus aliados históricos más importantes.
Low líderes son figuras a seguir. En este sentido, deben inspirar confianza y motivación, no temor o desagrado. El G20 no puede aceptar como la cabeza de su organización a un país que abiertamente antagoniza a sus aliados. Son entendibles los objetivos de la administración de Trump, queriendo priorizar el bienestar de su país por encima del bien global. Sin embargo, esta postura no es la adecuada para un gobierno al frente de los esfuerzos internacionales.
Consecuencias internacionales de una falta de liderazgo
Sin una clara dirección al frente del G20, pueden darse varios escenarios. El más probable es que, si EEUU en efecto pierde su rol como la nación líder, otro país tomará su rol. En términos tecnológicos y políticos, es probable que China o Rusia (si no es que una alianza de ambas) se apropien de las riendas del grupo. O, si logran solucionarse los problemas dentro del bloque, la Unión Europea (UE). Ciertamente tienen autoridad económica e histórica para asumir el rol.
Otra probabilidad es que haya una regresión, si acaso temporal, al beneficio local. Es decir, que las naciones del G20 se preocupen solo por el bienestar de sus ciudadanos, limitando los lazos con el resto del mundo. Así, también se podrían revalorizar las alianzas regionales como una forma de subsistencia alternativa al cierre comercial, parcial o total, entre todos los países. Pero dada la estructura geopolítica y económica del mundo actual, es una alternativa lejana.
De cualquier forma, la ruptura en el G20 puede ser una gran oportunidad para las marcas. En un mundo con un liderazgo político fracturado o cambiado, la iniciativa privada puede probar ser un vehículo de progreso y “normalidad” para el público general. Pero para ello, las compañías deben estar dispuestas a dejar atrás la lealtad hacia una u otra nación. Algo que, considerando la actitud de los líderes de la industria, podría ser difícil de alcanzar para el resto.