Ciertamente la cifra tendría que ser mas alta para que todos los que creemos en la vacunación nos sintamos tranquilos. Sin embargo, lo cierto es que la reapertura económica es una realidad y faltan semanas para que los niños regresen a las escuelas y los burócratas a oficinas de gobierno.
Para la mayoría de los trabajadores de oficina que vivieron esta pandemia en casa la pregunta del millón va más allá del miedo a la enfermedad muchos temen regresar a la oficina. Para millones de trabajadores a nivel global ha quedado claro que el trabajo presencial es poco estimulante. Las implicaciones son terribles para todos los involucrados. El trabajo en casa permitió pasar más tiempo en la oficina y para los que nunca tuvieron home office (como un servidor) entregar la posibilidad de comer diario en casa por el menor tráfico. El regreso a la oficina afecta a todos unos más otros menos. Para las empresas también obliga reconsiderar los espacios en renta y la necesidad de tener contacto personal.
Según GitLab, en los Estados Unidos 53 por ciento de los encuestados consideraron que el manejo de sus horarios en home office era benéfico y 34 citaron menor estrés. Pero más interesante es la posibilidad de trabajar lejos de la oficina, en Australia 21 por ciento de los encuestados se beneficiaron de poder encontrar un nuevo lugar para vivir gracias al home office. También las empresas han ganado, 52 por ciento de los empleadores vieron beneficios en la productividad y 44 por ciento vieron mejora en el estado de animo del equipo de trabajo. Es indispensable entender que cada segmento es distinto, según McKinsey las empresas en el sector financiero podrán trabajar hasta 76 por ciento de su tiempo en home office, en contraste la industria del retail sólo acumulará 18 por ciento.
El verdadero reto es la productividad, conforme todos los agentes económicos y oportunidades sociales están disponibles será más difícil ser eficiente en un modelo remoto. Simplemente, no habra forma de debatir con un pequeño para salir por un helado si la heladería está abierta. Este último punto es clave ya que los modelos actuales de home office son tan inválidos como los que existían antes de la pandemia. Claro que es posible trabajar desde casa pero no en todos lo casos ni con todas las personas. Más importante, no en todos lo momentos. En una encuesta reciente realizada por Gartner a Chief Financial Officers se encontró que 27 por ciento de los 317 encuestados en esta posición consideran que sólo el 5 por ciento de las empresas globales serán totalmente remotas, sólo 4 por ciento de ellos consideró que más del 50 por ciento de las empresas seguirán un modelo de trabajo remoto.
El fenómeno es muy interesante en el que probablemente las empresas permitirán el home office según sea el desempeño de la persona. Para países como México es imposible pensar en un modelo basado en el home office por causa de las legislaciones laborales vigentes. Una persona en evaluación rápidamente pasa los tres meses de contrato y se convierte en un pasivo laboral. Parecería que la seguridad que provee la ley laboral mexicana es el peor enemigo del home office. Esta ley incentiva a las empresas a seguir un sistema de monitoreo constante y no fomenta en lo más mínimo la confianza entre empleado y empleador. Es una lástima en la que los mayores perdedores son los padres y madres que podrían en muchos casos estar en casa con sus familias pero que pierden incontables horas en transporte.
Según PwC el camino es el entrenamiento, según un estudio de la firma de consultores 64 por ciento de las firmas invertirán en capacitar a sus gerentes para administrar mejor a los equipos de trabajo. La mayoría de las personas ven más beneficios que perjuicios en el home office, pero es necesario crear una verdadera cultura de corresponsabilidad, eficiencia y eficacia de parte de empleados y empleadores. Sólo así viviremos en un mundo en el que la ubicación del trabajador sea menos relevante que sus resultados.