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Guacamaya Leaks reveló lo fácil que es atacar el sistema informático de una dependencia gubernamental.
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Con la extracción de 6 terabytes de información, se compruebó el lugar que ocupa el país en ciberseguridad.
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México tiene un índice de seguridad cibernética de solo 37.66 puntos sobre 100, por debajo de Nigeria.
Mientras que el hackeo masivo a la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) sigue revelando información sencible y confidencial del Gobierno federal, a través de un grupo que se hace llamar Guacamaya Leaks, la conversación y preocupación digital se centró en un problema que ya arrastra México desde hace tiempo, pues no por nada se encuentra en el top cinco de países latinoamericanos más atacados por la ciberdelincuencia.
De acuerdo con un estudio elaborado por Cyberthreat Edge Report, la ciberseguridad ha sido uno de los temas en agenda de las autoridades públicas y de la iniciativa privada, ya que sólo en el último año, 90.6 por ciento de las compañías que fueron atacadas por ciberdelincuentes registraron, al menos, una vulnerabilidad informática exitosa. Esto pone a México en el cuarto lugar, de una lista de 17 naciones en LATAM, con altos índices de ciberdelincuencia.
Asimismo, para contrastar la magnitud del problema, hay que aclarar que en la región de América Latina se reportaron cerca de 400 mil millones de intentos de robo cibernético en 2020, mientras que en el último trimestre de 2o22 se sabe que han sido registrados alrededor de 10 mil 600 millones de intentos de robos informáticos en el país, de acuerdo con cifras de Fortinet.
Esto deja claro que, conforme crece la tecnología y las oportunidades digitales, también crecen los riesgos, la necesidad de estudio, análisis y contención y, por supuesto, el gasto público.
Y es que, de acuerdo con lo aproximados de Infosecutiry, los ataques cibernéticos pueden llegarle a costar al Gobierno federal hasta 8 mil millones de dólares (cerca de 159 mil 984 millones 960 mil pesos mexicanos), y si sólo se trata de ataques ransomware o secuestro de datos, el precio podría ser de 2.03 millones de dólares por ataque.
Ciberdelincuencia en México, el ‘virus’ previo a Guacamaya Leaks
Mucho se ha hablado de las revelaciones del hackeo Guacamaya Leaks, que muestra la vulnerabilidad no sólo de Sedena, sino del país entero, en temas cibernéticos donde los sistemas de prevención, análisis y contención de ataques son endebles y desatendidos.
Aunque el tema federal sigue siendo investigado, tras revelar hechos polémicos, como que el Ejército ha estado haciendo uso del malware ‘Pegasus’ con la intención de utilizarlo para espiar a periodistas y activistas influyentes, o que el Presidente Andrés Manuel López Obrador tuvo que someterse aun cateterismo de emergencia debido a sus problemas cardiacos, la mira se ha puesto en las operaciones y procesos digitales de empresas en diversas industrias, al igual que a nivel gubernamental, donde se focaliza la ciberseguridad como una prioridad para 2023.
Y es que National Cibersecurity Index muestra que México tiene un índice de seguridad cibernética de solo 37.66 puntos sobre 100, lo que lo posiciona en el lugar 84 de 160 a nivel global. Esto quiere decir que está menos protegido y capacitado que países como Brasil, Panamá, Nigeria o Kenya, por mencionar algunas.
Tipos más empleados por la ciberdelincuencia
Con el paso del tiempo y la evolución de las tecnologías, la era digital se encuentra cada vez más presente en personas de todo el mundo, quienes hacen uso de los aparatos electrónicos y demás alternativas para implementarlas dentro de su cotidianidad con fines laborales, educativos y recreativos entre demás opciones a considerar, ya sea mediante el uso de smartphones, tablets, computadoras e inclusive automóviles.
Teniendo esto en cuenta, un informe del FBI y Statista muestra losdelitos cibernéticos más comunes entre internautas americanos en 2021, los cuales empiezan a visibilizarse también en Latinoamérica:
De acuerdo con información del Foro Económico Mundial (WEF), durante la disminución de la movilidad social y el incremento de permanencia digital a causa del Covid-19, los ciberataques registraron un incremento del 151 por ciento sobre las pequeñas y medianas empresas, debido a que estas eran las que menos recursos tenían dedicados en cuanto a seguridad digital se refiere.
Este tipo de actos de ciberdelincuencia han provocado que diversas empresas apuesten por realizar poderosos esfuerzos y alianzas para evitar ser una víctima más de este tipo de situaciones perjudiciales tanto para sus marcas como para sus consumidores.
México es un ejemplo más
Hace poco, Chile también reconoció una intrusión en los correos electrónicos de su Estado Mayor Conjunto, motrando preocupación por un hackeo como el de México con Guacamaya Leaks; no obstante, a diferencia del Gobierno mexicano, este país sudamericado estudiar posibles similitudes con ataques cibernéticos ocurridos en El Salvador, Perú y Colombia.
En Chile fueron 10 terabytes de información robada, también sobre sus Fuerzas Armadas, pero la ministra de Defensa, Maya Alejandra Fernández Allende, aseguró en poco tiempo que sus medidas de contención habrían rendido frutos y el daño no había sido tan grande como con la filtración de Sedena.
Guacamaya Leaks: las otras revelaciones
La vulnerabilidad evidenciada por los hackers que se hacen llamar Guacamaya Leaks también reveló la importancia de la ciberseguridad en la inversión pública y privada.
Según expertos, el semestre pasado el Gobierno mexicano había presentado una debilidad llamada ProxyShell, en el servidor Microsoft Exchange, y como no fue detectada a tiempo, además de la falta de recursos, no se pudo corregir, lo que hizo que se “parcharan” las actualizaciones del sistema y este problema evolucionara en lo que hoy ha sido llamado “el peor hackeo estatal”.
Y es que el Estudio de la fuerza laboral de ciberseguridad 2021 revela que a nivel global existe un déficit de 2.7 millones de vacantes en ciberseguridad, mientras que en México faltan 260 mil profesionales enfocados en esta rama, lo que establece una escasez de personal, pero también una poca demanda e inversión para su promoción.
Su contraparte son los grupos dedicados a la ciberdelincuencia, quienes son cada vez más profesionales e, incluso, han conformado industrias como la del ransomware (secuestro de información sensible) que operó contra la Sedena y que se reconoce en startups de Silicon Valley.
Todas estas cifras dejan clara una posición: ni las empresas, ni comercios y mucho menos el Estado deben escatimar en gastos que apoyen la ciberseguridad de los usuarios conectados que, al final, son el eslabón más débil al que se dirigen los ataques.
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