La reacción mediática de los mexicanos ante el conflicto geopolítico entre Estados Unidos e Irán ha sido ambivalente. Por un lado, está el México irónico, sarcástico, que sabe reírse en tiempos difíciles. O de qué otra forma explicarse los memes que piden a los militares iraníes que no lancen bombas para nuestro territorio, porque acá “nosotros ya nos estamos matando solitos”.

La otra cara de México, la de la realidad inapelable, se muestra más contundente. Según un reportaje realizado por el diario británico The Guardian hace ocho años, el general iraní Qasem Soleimani —asesinado la semana pasada por las tropas estadounidenses por órdenes directas del presidente Donald Trump en el Aeropuerto de Bagdad— intentó tener vínculos con el cartel de Los Zetas en 2011. El objetivo de Soleimani era atacar las embajadas de Arabia Saudita e Israel en Estados Unidos a través de un sicario de ese grupo criminal mexicano. Sin embargo, el supuesto integrante de Los Zetas era, en realidad, un informante de la DEA, por lo cual el plan iraní nunca llegó a concretarse.

La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) ha pasado de largo ese antecedente. Apenas ha lanzado un tuit para fijar la postura del país: “El @GobiernoMX sigue con preocupación los recientes sucesos en Iraq e Irán. En apego a los principios constitucionales de política exterior, refrenda el valor del diálogo y la negociación en la solución de controversias internacionales. Llama a todos los actores a actuar con mesura y a evitar escalar la tensión regional”.

México nunca —o casi nunca— ha sido un país con mentalidad intervencionista. Fiel a su Doctrina Estrada —que establece los principios de la “no intervención” y “el derecho de autodeterminación de los pueblos”—, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha preferido mantenerse distante del problema, aunque ello no quiera decir que no se vaya a hablar del tema tras bambalinas.

Recordemos que hoy comienza la Reunión de Embajadores y Cónsules 2020, que organiza la Secretaría de Relaciones Exteriores. El eje temático de todos los años es la Política Exterior para el Bienestar, aunque se sabe que este año habrá un interés particular en delinear nuevas estrategias para mitigar el tráfico ilegal de armas en México. Y para ello será absolutamente necesario contar con el apoyo y la coordinación de las autoridades estadounidenses. Inevitablemente, tendrá que tratarse el conflicto entre Irán y Estados Unidos si se quiere tener, verdaderamente, una perspectiva global sobre el mercado negro de las armas.

No es novedad que las políticas internas y externas de México estén determinadas, en gran medida, por lo que sucede en nuestro vecino del norte. Desde hace años, México está entre los tres socios comerciales más grandes de Estados Unidos. Lo que más les exportamos, según la Secretaría de Economía, son vehículos, computadoras (procesadores de datos), combustible (aceite de petróleo) y transporte para mercancías. Un conflicto armado, posiblemente, modificaría este panorama.

Sería óptimo que los medios de comunicación de nuestro país aborden el conflicto desde distintas perspectivas. Lamentablemente, en México los medios no suelen dar el peso suficiente a las noticias internacionales; pareciera que muchas veces las usan como paja para llenar espacios informativos.