Una nueva propuesta del Partido Acción Nacional (PAN) ha puesto sobre la mesa un debate que, aunque no es nuevo, sigue generando interés y controversia: cambiar el nombre oficial de México. La diputada Kenia López Rabadán, vicepresidenta de la Cámara de Diputados, presentó una iniciativa de reforma constitucional para sustituir la denominación “Estados Unidos Mexicanos” por simplemente “México”. Según la legisladora, este cambio busca fortalecer la identidad nacional, simplificar trámites oficiales y alinear el nombre del país con el uso cotidiano e internacional.
¿Por qué el PAN quiere cambiar el nombre a México?
La iniciativa, dada a conocer el pasado 23 de febrero, argumenta que el término “Estados Unidos Mexicanos”, adoptado desde 1824 tras la independencia de España, no refleja el arraigo ni la identidad que los mexicanos sienten hacia su nación. López Rabadán destacó que, en la práctica, tanto los ciudadanos como las instituciones internacionales —como la ONU y la OEA— ya se refieren al país como “México”. “El nombre de nuestra nación nos da identidad y arraigo. Las familias mexicanas nunca hemos usado ‘Estados Unidos Mexicanos’ en nuestra vida diaria”, afirmó la diputada en un comunicado oficial.
Propongo que nuestro país se llame: México 🇲🇽
Hoy somos Estados Unidos Mexicanos, pero todos nos sentimos orgullosos de llamarnos, simplemente, México.
Es momento de fortalecer nuestra identidad nacional.
México es nuestro nombre, ¡hagámoslo oficial!#KeniaPropone pic.twitter.com/9T7AFZSgZm
— Dra. Kenia López Rabadán (@kenialopezr) February 24, 2025
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¿De dónde proviene el nombre México?
El nombre “México” también fue un punto central en la propuesta. Según la versión más aceptada, la palabra proviene del náhuatl y se compone de “Metztli” (luna), “Xictli” (centro) y “Co” (lugar), lo que se traduce como “en el ombligo de la luna”. Este significado está ligado a la ubicación de Tenochtitlán, el corazón del imperio azteca, que se encontraba en el centro de una cuenca lacustre con forma similar a un conejo. Para el PAN, este trasfondo histórico y cultural refuerza la pertinencia de oficializar “México” como el nombre del país.
Sin embargo, la propuesta no está exenta de aclaraciones. López Rabadán enfatizó que el cambio no implica una ruptura con el federalismo ni una alteración en la forma de gobierno. “No se trata de abandonar nuestra estructura federal. México seguirá siendo una república representativa, democrática, laica y federal, como lo establece el artículo 40 de la Constitución”, explicó. La iniciativa busca, más bien, un ajuste simbólico que, según la legisladora, unificaría a la nación en un momento de división política.
Así fue la vez que Felipe Calderón trató de hacer lo mismo y no pudo
Este no es el primer intento por modificar el nombre oficial del país. A lo largo de las décadas, diversas fuerzas políticas han planteado iniciativas similares. Entre los antecedentes más destacados está la propuesta del expresidente Felipe Calderón, quien, tanto como diputado federal como en su mandato presidencial, abogó por este cambio. En 2010, el PAN también impulsó una reforma en el Senado con el mismo objetivo, aunque ninguna de estas propuestas logró prosperar en el Congreso debido a la falta de consenso y a la complejidad del proceso legislativo.
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¿Qué necesita Rabadán para cambiar el nombre a México?
La actual iniciativa enfrenta un panorama político desafiante. Con Morena ostentando la mayoría en ambas cámaras del Congreso, el PAN necesitaría un amplio respaldo de otras fuerzas políticas para que la reforma constitucional sea aprobada, ya que requiere el voto de dos terceras partes de los legisladores y la ratificación de al menos 17 congresos estatales. Algunos críticos, como usuarios en redes sociales, han calificado la propuesta como “una pérdida de tiempo” en medio de problemas más urgentes, como la seguridad y la economía.
A pesar de las dificultades, López Rabadán se mostró optimista: “Frente a la división, en el PAN proponemos unión. México es nuestro nombre: hagámoslo oficial”. El debate está abierto, y aunque el cambio no parece inminente, reaviva una discusión histórica sobre cómo los mexicanos se ven a sí mismos y cómo quieren ser reconocidos ante el mundo.