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Invertir en la nueva aerolínea significaría un gran riesgo financiero para México, si no se regresa a Categoría 1, según lo que comenta Juan Carlos Machorro.
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Mil 800 millones de dólares serían los destinados hacia la generación de una nueva línea comercial aérea.
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México se mantiene desde hace más de un año y medio en Categoría 2, es decir que rutas y frecuencias aéreas quedan congeladas.
A través de las filtraciones de Guacamaya Leaks, se supo que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y el Gobierno de México están en camino a desarrollar una nueva aerolínea en el marco de una degradación de 17 meses a Categoría 2. Esto aumenta las dudas sobre si la inversión que se busca hacer representa un negocio efectivo.
Para ello, se pidió la opinión de un experto en materia de derecho así como del impacto de las reformas estructurales en el país, incluyendo proyectos de la iniciativa pública, privada, destacando los que atañen a la industria aeronáutica.
¿Debe invertir México en una aerolínea sin tener Categoría 1?
En conversación con Juan Carlos Machorro, socio de Santamarina + Steta, quien además es el líder del área de práctica transaccional y financiera de la firma, con una trayectoria de 30 años, se le preguntó sobre la pertinencia de llevar a cabo un proyecto tan grande como lo sería la aerolínea de Sedena en México.
Esto, reconociendo que la apuesta de la 4T se ha enmarcado en gran medida en la elaboración de proyectos que conecten al país, como el AIFA y el Tren Maya. “Yo creo que la respuesta, a título personal, es negativa. No es necesaria, no es eficaz, no es eficiente y no es responsable”, señala en primera instancia.
“Se habla de que se necesitarían cuando menos mil 800 millones de pesos. Eso habría que verlo, porque luego son cifras muy alegres y podría ser más. Habría que preguntarnos si esos recursos, dentro de este sector de Comunicaciones y Transportes y específicamente dentro del subsector de la Aviación no podrían ser utilizados en forma más responsables”.
“Tenemos líneas aéreas que están quebrando en México. Tenemos un sector en donde el Gobierno no apoyó con un centavo partido por la mitad a las líneas aéreas en la pandemia. Tenemos un sector en donde tenemos 17 meses degradados a Categoría 2, por la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA). Eso no había ocurrido nunca en la historia de la aviación comercial del país. La última vez que ocurrió una degradación a Categoría 2 fue en el sexenio del Presidente Calderón”.
La degradación a Categoría 2 por parte de la FAA representa un gran impacto para las aerolíneas en México. Juan Carlos Machorro explica detenidamente que lo que implica una degradación a Categoría 2 para México en términos comerciales y señala el antecedente presentado en los últimos años.
Con ello, destaca que el sector de aviación comercial opera a partir de convenios bilaterales entre los distintos países, mismos que permiten a las líneas aéreas de otros países, transitar y sobrevolar el espacio aéreo del primer país o incluso aterrizar en sus aeropuertos para fines de escala técnica “o bien de dejar y recoger pasajeros o carga”.
Sin embargo, señala que los Estados Unidos de America mantienen una política de auditar a las autoridades de aviación de los países, cuyas líneas aéreas vuelan hacia Estados Unidos y pretenden transitar por el espacio aéreo norteamericano, esto enmarcado en los estándares de seguridad propuestos por la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI). El objetivo de esto es generar tranquilidad en el Gobierno norteamericano, de que no van a existir incidentes ni accidentes derivados de una aplicación deficiente de estas políticas de seguridad por otros gobiernos.
“Cuando el Gobierno americano hace una auditoria y determina que no se cumplen con los estándares mínimos de seguridad, te degrada a Categoría 2. Esto se declaró para México el 25 de mayo del año pasado. Significa que van a vigilar con mucho mayor escrutinio las operaciones que vengan desde México. Segundo, se suspende la apertura de ninguna nueva ruta hacia Estados Unidos, te quedas con las rutas congeladas. Tercero, no puedes agregar nuevas frecuencias a las rutas ya establecidas, te quedas congelado con las que ya tenías”.
“La diferencia entre rutas y frecuencias es, por ejemplo, una ruta de México a Dallas y Dallas a México. Una frecuencia es Puebla semanalmente a Dallas. Así, no puedes incrementar ni una ni otra, no puedes operar códigos compartidos y, por último, no puedes incrementar la flota de aviones que ya tenías autorizadas para operar”.
Esto en sentido escrito afecta al país y a la industria de la aviación tomando en consideración que las aerolíneas no pueden incluir nuevos modelos de las aerolíneas existentes. Esto, en cierto sentido, “le come el mercado” a las líneas mexicanas, pues las líneas estadounidenses no tienen esas restricciones.
La reflexión hecha por el especialista es que no se necesita una línea aérea nueva de Gobierno, ni se justifica la inversión de recursos públicos. Por otro lado, es necesario que se destinen recursos presupuestales, recursos humanos y recursos tecnológicos en pensar, con el objetivo de revertir esta degradación de Categoría 2 a Categoría 1.
“Y más que eso, una solución de fondo, que aquí sí hay que reconocer que esta no ha sido una responsabilidad exclusiva de esta administración, es contar con una política aeronáutica integral de largo plazo”, señala.
La política debe incluir a todos los grupos de interés: los pasajeros, las líneas aéreas, la autoridad aeronáutica, los grupos aeroportuarios y el sector turístico. Con ello, se podrá dar la importancia y los recursos suficientes a temas de seguridad aérea, operadores de vuelo y sindicatos de pilotos.
La nueva línea aérea de Sedena, tiene como propósito el operar las ruta que las líneas comerciales no quieren operar y generar utilidades para pensiones. Sin embargo, el experto señala que esto representa riesgos potenciales, pues las líneas comerciales se guían por la ley de la oferta y la demanda, lo que hace imposible que se logre que una línea operada por el Gobierno pueda darle una mejor utilidad.
Asimismo, al ser un negocio sujeto a presiones importantes de todo tipo que hacen que incluso inversionistas teman por adentrarse, es impensable que el Gobierno, con recursos públicos, pueda tener un mejor resultado.
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