1994. Guadalajara-Los Cabos, de las experiencias que trascienden: Tu primer vuelo. Una de las noticias en estos días ha sido la resurrección figurada de una de las marcas mejor reconocidas para los de mi generación. La marca “Mexicana” ligada a la aerolínea Mexicana de aviación fue valuada en poco más de 400 millones de pesos.
El rescate de algunos activos de la empresa rondó los 816.8 millones de pesos, esto, coloca al intangible de la marca como el activo más valioso de esta operación, es decir, casi un 50% de esta corresponde a los derechos sobre de la marca. Si bien es cierto, el mayor peso específico en la valoración de intangibles tiene que ver con los beneficios económicos que estos le producen a la organización. En este sentido, ¿qué valor monetizado tendría una marca cuyo propósito (generar valor) se ha visto pausado por un tema de índole laboral por un largo periodo.
Para los que tuvimos la suerte de viajar en avión en la década de los noventas e inicios de este siglo, volar en Mexicana tenía que ver con: un mejor servicio, mejores alimentos, aviones de mayor envergadura comparados con el único competidor del sector, Aeroméxico. Esta diferencia no la descubrí en aquel primer vuelo destino Los Cabos, al paso de los años conforme mi experiencia aumentó, era imposible notar quienes utilizaban Mexicana y quienes volábamos con otras opciones. Tardé uno o dos años en darme cuenta que no era cuestión de agenda y mucho menos casualidad, el que, el personal directivo compartiera la suya con la disponibilidad de Mexicana en relación a nuestros destinos.
Así como Pepsi y Coca Cola, son rivales naturales en la academia y sirven de tamiz para enseñar y ejemplificar por qué una marca vale más que otra, lo mismo pasó con las dos aerolíneas, era una pregunta obligada; ¿cuál marca es más valiosa y por qué? Eran varios los análisis relativos, el número de activos entre ellos las aeronaves en propiedad de cada una de las empresas, la percepción de marca, el número de rutas, el precio de un vuelo entre otros. Lo infaltable de las conclusiones era, la percepción del Statu quo que mantuvo Mexicana por algunos años hasta su desaparición en el sector.
La incertidumbre en el futuro de la marca y el uso de esta, privará en la atmósfera densa de la incipiente ciencia de la posverdad, el hecho relevante de este caso es, el abono al menos en intención por revivir el ícono del Águila en los estabilizadores verticales de un avión, y verlos despegar y aterrizar tras el aparador en las salas de espera, sin importar que el avión que abordarás lleve el nombre de algún familiar o conocido escrito en la parte frontal del fuselaje. Al final, la marca Mexicana, por ahora es nuestra nuevamente.
