En el Maratón Internacional de la Ciudad de México en su edición 2019, fueron más de 5 mil corredores los descalificados por haber realizado algún tipo de trampa. El maratón está caracterizado por una distancia de 42 kilómetros a lo largo de los cuales se encuentran puestos de control electrónicos que a través de un chip adherido al número que el competidor porta en su playera o atado a alguno de sus zapatos, registra su paso a lo largo de cada uno de ellos. Cuando alguno de los puestos de control intermedios entre la línea de salida y la de meta no detectan el paso del corredor, se concluye que tomó algún atajo para cortar camino lo que lo hace acreedor a la descalificación.
En la edición 2019 del Maratón de Los Ángeles en California, Estados Unidos, el competidor de 70 años Frank Meza fue descalificado la concluirse que no había hecho el recorrido completo de la ruta. El resultado logrado tomando un atajo lo colocaba como el corredor más rápido para su edad.
Los tres ejemplos que he descrito en este texto, pertenecen a aquella etapa que hoy luce lejana, en la que realizábamos carreras masivas con miles de competidores. Como es de todos conocido, hoy en día hemos tenido que modificar radicalmente nuestra manera de entrenar y competir y en gran medida hemos migrado a las aplicaciones digitales para reunirnos de manera virtual y desempeñar nuestros deportes sin salir de casa. Si pensabas que las mentiras se habían quedado en la etapa presencial, te sorprenderá lo que está sucediendo en la etapa virtual.
Una de las aplicaciones más socorridas hoy en día por los deportistas, corredores y ciclistas, se llama Zwift. Ésta te permite postrar tu bicicleta fija o caminadora frente a un monitor y conectarte con un gran número de deportistas que al igual que tú se están ejercitando y a la vez compitiendo sin salir de casa. La aplicación registra tus sesiones y el desempeño que alcanzas en ellas. En ella participan tanto deportistas amateurs como profesionales. Hay registrados más de 3 millones de atletas y algunos de ellos han sido penalizados por manipular sus resultados para hacer trampa desde casa. El deseo de mentir de unos pocos ha puesto en aprietos a los organizadores en la búsqueda de más candados y a los demás competidores honestos que se han visto orillados a cumplirlos.
Mentir por deporte parece una constante que aparece en cierto número de casos en los eventos presenciales y en los virtuales. Mentir hace daño al deporte y hace más daño al competidor que lo comete.