Sin duda alguna, uno de los momentos más importantes y vitales en la vida profesional de cualquier persona son las entrevistas de trabajo. Muchos factores que determinarán el futuro en la empresa para la cual se está aplicando provienen del primer contacto con el posible jefe: sueldo, puesto, tareas a realizar, proyectos, posibilidad de crecimiento dentro de la empresa y un largo etcétera. Situaciones muy delicadas que dependen de el dar una buena primera impresión a un completo desconocido.
E independientemente de si la entrevista de trabajo ha ido muy bien o ha sido un completo desastre, existe un momento crucial que puede dar un cierre con broche de oro o, en el caso contrario, salvar todos los errores que se cometieron: el final de la entrevista, los cuales suelen ser momentos sumamente tensos e incomodos.
¿Qué hacer? ¿Iniciar de nuevo la conversación con otro tópico que no tenga nada que ver? ¿Dejar que el silencio incómodo se expanda por la habitación?
Según Marshall Darr, experto en gestión de personal en la compañía de servicios financieros Gusto, la respuesta más eficaz es hacer un sencilla pregunta al entrevistador:
Si me permite hacerle una pregunta, ¿Cuál es el mejor momento que recuerda trabajando para la compañía?
En un post publicado en su cuenta de Medium, Darr asegura que esta pregunta propicia una situación win-win, ya que permite al entrevistado conocer una visión única de la empresa, además de que si el entrevistador es el futuro jefe, la respuesta que de permitirá conocerlo un poco mejor y conocer su concepto de éxito.
¿Qué pasa si no es capaz de responder esta sencilla pregunta? Tal vez el entrevistado deba replantearse el querer trabajar para esa empresa. Si no existen buenos momentos en una empresa, lo mejor es alejarse de ahí.
De igual manera, esta sencilla pregunta gira la conversación a un tono más cordial porque hace que el entrevistador recuerde un momento agradable de su vida. Esto conlleva a dejar una buena primera impresión que seguramente será tomada en cuenta a la hora de elegir un candidato para el puesto elegido.
Según la OECD, en el 2016 tan sólo el 60 por ciento de la población total de México afirmaba tener un empleo fijo. De esta muestra de la población, tan sólo el 27 por ciento ha durado más de tres años con el mismo empleo.