-
Según el Instituto para la Investigación de Políticas para la Mujer (IWPR), hay varios costos del acoso sexual
-
Entre ellos se cuentan efectos negativos en salud mental, gastos legales, rotación laboral y menor productividad
-
Solo el gobierno de Estados Unidos pierde más de 556 millones de dólares anuales por este fenómeno
En los últimos años, el problema del acoso sexual ha ganado notoriedad entre el público general. Gracias a las denuncias de grupos de víctimas, Organizaciones No-Gubernamentales (ONG) y casos anónimos en redes sociales, se tiene mayor conciencia hacia este reto. En respuesta, varias instituciones y compañías han aplicado acciones contundentes. Algunas de ellas, por decisión propia. Pero otras, como McDonald’s, solo responden a la presión externa.
De acuerdo con Bloomberg, la cadena de comida rápida ha cambiado sus políticas de acoso sexual. El CEO de la compañía, Steve Easterbrook, apuntó que McDonald’s está comprometida en “asegurar un ambiente de trabajo libre de discriminación y acoso”. La marca estaría llevando a cabo talleres de concientización entre su plantilla de colaboradores. Dichos cursos enseñarían a las personas a identificar estos incidentes, para denunciarlos y evitarlos.
Asimismo, se habilitó una línea telefónica para denunciar incidentes. McDonald’s apuntó que las medidas son parte de su alianza con la organización RAINN, que el año pasado empezó a asesorarla para reducir estos eventos. En los últimos tres años, se han interpuesto más de 50 quejas y demandas contra la compañía. Y ciertas organizaciones creen que las mujeres en sus restaurantes son víctimas de “acoso sexual desenfrenado” de parte de operadores y gerentes.
Siguen los problemas de acoso sexual
Tras el movimiento #MeToo, varias marcas se han visto envueltas en controversias. A finales de abril, Louis Vuitton fue demandada por una de sus vicepresidentas porque varios directivos empezaron a atacarla tras denunciar acoso sexual. En noviembre, varios empleados de Google emprendieron una protesta ante el manejo de un par de casos con gerencia de alto nivel. Y en septiembre, McDonald’s estuvo de nuevo en el ojo del huracán de una marcha nacional.
El problema con McDonald’s en estos momentos es que parece que su implementación es carente, si no es que inexistente. Varias empleadas del restaurante denuncian que no solo no se ha iniciado el programa de educación sobre acoso sexual. Ni siquiera se ha comunicado la nueva política corporativa al nivel de los empleados. Además, múltiples incidentes de violencia tuvieron lugar durante o después de la supuesta aplicación de las nuevas medidas.
McDonald’s no solo está arriesgándose a seguir recibiendo amonestaciones de ONGs si sigue incumpliendo sus compromisos en materia de acoso sexual. Con el respaldo de instituciones civiles y agentes políticos, más empleadas seguirán alzando la voz. Hay dos consecuencias directas de estas protestas. En primera instancia, la marca puede verse gravemente afectada en su reputación. Asimismo, las demandas pueden acumularse en una gran carga económica.
No importa como lo vea McDonald’s, necesita deshacerse del problema del acoso sexual. Ya sea por reputación de marca o por costos legales, es una situación que debe atender eficazmente. Por supuesto, la gran mayoría de los agentes externos insisten que también sea solucionada rápidamente. Pero la compañía necesita que su implementación también sea infalible. Si sigue con proyectos a medias, solo desgastará (aún más) la confianza y la paciencia del público y los entes reguladores.