El sábado en la mañana nos despertamos con la noticia de que había estallado en el mundo una nueva guerra. Aunque se trata de un conflicto que tiene más de cincuenta años, milicias del grupo extremista palestino Hamas atacaron con misiles e incursionaron en territorio israelí, para avivar un enfrentamiento que ya ha dejado más de 700 fallecidos, sólo dentro de la frontera de Israel, e involucra a tres países.
Palestina, específicamente el territorio de la Franja de Gaza controlado por Hamás; Líbano, con las milicias extremistas de Hezbolá desde el sur de esa nación; e Israel, que está siendo atacado por el sur y el norte de sus fronteras. Una vez más los extremismos prevalecen y ocasionarán -con total seguridad- miles de muertos.
Quienes residen en Israel padecen el terror de ser víctimas de misiles o posibles secuestros por parte de las milicias de Hamás, en especial aquellos cercanos a las fronteras con la Franja de Gaza. Mientras que los habitantes de Gaza están sufriendo los bombardeos del ejército israelí, además del bloqueo total en servicios que está aplicando el gobierno de Benjamín Netanyahu sobre territorio agresor.
Cabe recordar que desde su regreso al poder en diciembre del 2022 (sólo estuvo poco más de un año fuera del cargo que ocupaba desde 2009), Netanyahu formó una coalición con partidos ultraortodoxos y de extrema derecha para poder formar gobierno, al tratarse de una democracia parlamentaria.
Ante la guerra desatada por Hamás este fin de semana, lo mínimo que se puede esperar para los siguientes meses en la región del medio oriente es el asentamiento y/o proliferación de los discursos extremistas en ambos lados del conflicto.
No es la intención de esta columna discernir sobre las razones que tiene cada uno de los bandos para justificar sus acciones, sino las repercusiones que ello puede traer en la región y en el mundo.
Desde hace ya varios años ha venido creciendo la simpatía por grupos de extrema derecha, mismos que van en contra de la migración, globalización e incluso la tolerancia y diversidad étnica en nuestras sociedades.
¿Cómo se puede pensar que tras los ataques a civiles dentro de Israel, y la posterior respuesta de Israel hacia Gaza y el Líbano, no se van a afianzar las ideas de facciones radicales en el mundo? Es complicado pensar que dentro de este contexto las ideas de consenso y conciliación puedan echar raíces.
Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Alemania, Estados Unidos, entre otras naciones, han condenado el ataque de Hamás. El Presidente de México fue más laxo, abogó por la paz, y recordó que la Constitución de la República ordena la no intervención en conflictos externos.
No obstante, más allá de la postura de cada gobierno, los ciudadanos del mundo son testigos de esta nueva guerra, sacan sus conclusiones y probablemente dentro de ellas se arroja más gasolina en las ideas extremistas.
Pero el extremismo no se alimenta sólo desde los hechos, sino también de la desinformación. A propósito del impacto y alcance que tienen las redes sociales dentro de cualquier tema de relevancia, muchas han sido las imágenes y videos que se han visto en X (antes Twitter) que desinforman sobre lo que sucede realmente en el conflicto.
El propio Elon Musk, propietario de X, instó en su cuenta de la red social que las personas se atengan a los hechos, y que dicha plataforma “aspira a maximizar la señal/voz del colectivo humano”.
El medio de comunicación Euronews se ha dado a la tarea específica de desmentir videos que se han ido posteando en redes sociales, y que se han querido mostrar como originados en la fuente del conflicto.
Uno de esos videos es de, supuestamente, un ataque de Israel sobre Gaza en el que se observa toda la ciudad de rojo por el bombardeo. Sin embargo, dicho video se originó en Argelia, una vez un equipo de fútbol local fue declarado campeón de la temporada en julio de este año y sus fanáticos encendieron bengalas rojas a lo largo de la ciudad.
México también es protagonista de uno de estos videos subidos a X, pues en las imágenes se observa a supuestas tropas israelíes combatiendo a milicias de Hamás. En realidad, se trataba de un enfrentamiento del ejército mexicano contra narcotraficantes en Tamaulipas en el 2017.