Lee bajo tu propio riesgo: esta columna contiene spoilers.
Esta semana no solo murió Joel en The Last of Us. También murieron miles de estrategias de marketing emocional que ya quisiéramos que dolieran la mitad que ese capítulo.
Y sí: en marketing siempre nos llenamos la boca hablando de storytelling, de construir emociones, de enamorar a la audiencia.
Pero HBO vino a romperla y nos vino a recordar lo básico, además de una lección: cuando logras que la gente llore, grite y amenace con borrar su cuenta de TikTok por un personaje, es que tu storytelling no solo vendía escenas… vendía emociones de alto potencia.
Que ironía que en pleno 2025, donde la atención dura menos que un “like”, TikTok y Reels destruyeron la experiencia en cuestión de minutos: spoilers, rage videos, reacciones, y debates sin anestesia.
¿De qué sirve construir meses de tensión, trailers y expectativa si un algoritmo puede spoilearlo todo en tres scrolls?
Esta semana, hashtags como #JoelLives, #LastOfUsRage y #ProtectJoel dominaron las tendencias.
(Para los que gustan del dato duro: más de 2.3 millones de menciones en las primeras 24 horas, solo en X/Twitter).
Una lección que nos deja Joel (además del vacío emocional) es que hoy las marcas ya no pelean solo por awareness o por likes de compromiso. Hoy pelean por emociones verdaderas.
Por lágrimas reales, por rage posts auténticos, por vibrar en ese microsegundo antes de que alguien spoilee todo en TikTok.
Porque construir una conexión emocional hoy ya no depende solo de una buena historia o de un presupuesto millonario. Depende de qué tan rápido puedes meter a la audiencia en un viaje emocional antes de que otro contenido -o peor aún, otro spoiler- se robe su atención.
Las marcas que entienden esto son las que no solo lanzan campañas: construyen memorias colectivas. Son las que logran que la gente recuerde dónde estaba, qué sentía y hasta qué dejó de hacer por quedarse atrapado en la historia. Algo así como trascender.
Joel no solo murió en un videojuego o en una serie. Joel murió en el timeline de millones de personas que, en lugar de simplemente “ver un capítulo más”, vivieron un duelo digital en tiempo real.
Y ahí está el verdadero terreno del marketing hoy: no en contar historias, sino en crear momentos que la gente quiera llorar, gritar y compartir antes de que el algoritmo los entierre debajo del siguiente trend.
Así que sí, amigos: bienvenidos al marketing post-trauma. Antes llorábamos porque no nos aprobaban una campaña; ahora lloramos porque nos matan al protagonista en horario familiar. Algo similar a lo que nos hacía Game of Thrones.
¿Y qué sigue? ¿Que Netflix mate a Eleven? #NoEstamosListos
Nos leemos la próxima semana. Con kleenex en mano. No olvides escribirme a: [email protected]