Hace unos días, mientras tenía una junta con uno de nuestros clientes, alguien mencionó la figura del Canciller Marcelo Ebrard como un caso de éxito en las redes sociales, principalmente en Tiktok. Después, mientras estaba en Linkedin, sucedió lo mismo: algunas personas inclusive hicieron chistes relacionados con la presencia del mandatario en redes: “Yo votaría por él, simplemente porque es el tío buenaonda que tiene TikTok”.
No es un secreto que Marcelo ya empezó con su candidatura para la presidencia del próximo sexenio… al menos en digital.
El uso de las redes sociales en la política es algo tan nuevo como la era digital. Desde el 2008, con la campaña de Obama a la Presidencia de los EEUU, se le dio un giro a la comunicación política mundial, ya que fue el primer político en utilizar las redes sociales como punta de lanza para sembrar su mensaje. Se calcula que, simplemente en Youtube, logró más de 15 millones de vistas en corto tiempo. El resto es historia.
En México, la primera campaña masiva en el mundo digital se dio en las elecciones del 2012. Una de las primeras muestras del poder de la gente en los medios sociales fue el movimiento #YoSoy132 que ayudó a consagrar la voz de los más jóvenes, así como de la oposición durante ese año.
Actualmente los medios digitales juegan, hoy más que nunca, un papel primario en los comicios, no solo en México, sino en el mundo entero.
Antes de Marcelo Ebrard, hubo otro caso similar en nuestro país: El actual Gobernador de Nuevo León, Samuel García, quien aprovechó el uso y viralidad de las redes sociales para que la gente lo conociera, previamente a lanzar su candidatura. ¿Cómo lo logró? Mediante el uso de las redes: sus comentarios polémicos, la viralidad que con ellos generó, además del impulso por parte de su esposa, la influencer Mariana Rodríguez. En términos marketeros, generó un Word of mouth [casi] gratuito gracias a Instagram. Esas acciones fueron planeadas, con el único objetivo de darse a conocer.
Lo mismo sucede con Marcelo Ebrard: desde hace unos meses tomó desprevenido al mundo tiktokero, generando viralidad, conocimiento de su marca personal y, sobre todo, word of mouth. La gente lo mira, lo ve en la intimidad, conecta e interactúa con él, comparte sus videos. La comunicación dentro de su perfil en TikTok está centrada en generar un alcance masivo. No da consejos: no enseña, no educa: simplemente se sube a las tendencias, aparece con diversos influencers, se ríe de sí mismo y hasta da su opinión sobre su canción favorita de BTS. Prácticamente todos los videos que publica en la plataforma son virales. Conecta con el público de manera fortuita. La palabra mágica en este punto es: “conecta con el público”.
Creo que es un acierto monumental la forma en cómo el Canciller está aprovechando la inercia de las redes, pero sobre todo: está logrando su primer objetivo que es generar un alcance masivo para que lo conozcan y reconozcan, además de llegar a un público completamente diferente a otros canales digitales. Esto muestra una gran estrategia detrás con miras a ser candidato en los próximos años: pero, cuando sea ese tiempo, llegará con una presencia digital consagrada y quizás, con una ventaja real en las encuestas del mundo real.
Por el momento, ¿cómo sabemos que va ganando en las encuestas? Porque los números no mienten. Ebrard tiene 409,000 followers en TikTok, frente a los 218,000 de Sheinbaum. Cuenta con 5.1 millones de likes, vs los 2.1 millones de la jefa de gobierno, pero sobre todo, ha posicionado su marca personal como alguien con ideas frescas y que conecta muy bien con el público digital.
Es un gran logro, en este punto, que el sentimiento positivo es altísimo. No existe una confrontación negativa en los comentarios. No, al menos, como otros políticos. Su comunicación no se basa en dividir, sino en tener un objetivo claro: la viralización de su imagen. Esto es algo que lo diferencia, por ejemplo, de Samuel García, quien se viralizó a costa de comentarios no tan favorables y que generaron discusión. Marcelo Ebrard, en cambio, lo hace con contenido muy divertido, de tendencia. Esto, por sí mismo, me parece que puede ser una gran ventaja en aras de los comicios presidenciales.
Creo que es un acierto monumental la forma en cómo el Canciller está aprovechando la inercia de las redes, pero sobre todo: está logrando su primer objetivo que es generar un alcance masivo para que lo conozcan y reconozcan, además de llegar a un público completamente diferente a otros canales digitales. Esto muestra una gran estrategia detrás con miras a ser candidato en los próximos años: pero, cuando sea ese tiempo, llegará con una presencia digital consagrada y quizás, con una ventaja real en las encuestas del mundo offline.
Por el momento va liderando las encuestas… al menos en el mundo digital.
Nos leemos a la vuelta.