Este verano se celebrarán en París los trigésimo terceros Juegos Olímpicos de la era moderna. Para tal efecto, ya se habían echado a andar los procesos deportivos correspondientes. Atrás quedaron los Juegos Centroamericanos y Panamericanos que han tenido que salirse de su habitual patrón a consecuencia de que Tokio, planeado originalmente para 2020, se recorrió un año por la pandemia y con ello apretó todo el ciclo.
Esto causó desajustes de todo tipo. Los atletas debieron modificar sus planes de preparación, tradicionalmente de cuatro años, para ahora apurarlos a tres. Las competencias clasificatorias de nuestra región también se empalmaron por primera vez; los Centroamericanos de San Salvador y los Panamericanos de Santiago de Chile se desarrollaron únicamente con tres meses de diferencia en el mismo 2023, cuando la justa regional se celebra a dos años de distancia de los Juegos Olímpicos y la continental, el año previo.
Más allá de adaptarse a esta inédita situación, en ambos casos es de llamar la atención la actuación de la delegación mexicana. En los Centroamericanos se revalidó el primer lugar, mientras que en tierras andinas se obtuvo un tercer lugar, por detrás de Estados Unidos y de Brasil, con un record de 52 medallas de oro conseguidas por nuestros atletas, superando a Canadá que era el aspirante natural a esa plaza.
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