Si bien la recesión económica que estamos atravesando a nivel mundial ha sido conveniente para algunas marcas que han tenido la sabiduría y el coraje de encontrar y ejecutar fórmulas exitosas para reforzar el branding y elevar sus ventas, no podemos cerrar los ojos ante las alarmantes cifras que presenta México; los índices de desempleo se reportan como los más altos de los últimos años, según el INEGI.
La vida y los negocios son un acto de constante balance, especialmente en circunstancias en donde la superficie y el entorno cambian de manera fulminante.
De pronto, sectores, empresas y marcas que se sentían seguros al caminar de manera común y natural, un pie junto al otro, se encuentran desde hace meses en una situación altamente vulnerable, en donde tan solo un mal paso puede provocar una fuerte caída.
El panorama actual, nos recuerda lo frágiles que podemos ser, que es imposible tener el control total, que dependemos de factores externos; nos advierte que encontremos, desarrollemos y apliquemos nuevas habilidades para cada uno de nuestros negocios.
Existen acróbatas expertos y apasionados que han sabido convertir el miedo de caminar sobre una cuerda floja en una oportunidad para ser disruptivos y atreverse a andar con otras técnicas como lo es: -un pie al frente del otro-.
Para muchos, los cambios implican miedo, pero si dejan que este sentimiento se convierta en pánico, lo más seguro es que se paralizarán; para otros, los cambios representan emoción, adrenalina, entretenimiento y grandes y fascinantes retos.
Al igual que una campaña de mercadotecnia, comunicación, publicidad, relaciones públicas y digital marketing, el arte de caminar en la cuerda floja, requiere práctica y constante entrenamiento.
Es vital encontrar el mindset, así como el equipo humano y tecnológico necesario que permita mantener un balance físico y mental para que los pasos que demos incrementen el porcentaje de certeza y, al mismo tiempo, sumen valor a nuestras marcas y a nuestros clientes.
La mayoría de los expertos en caminar en cuerdas flojas prefieren hacerlo desde impactantes alturas, en medio de ciudades rodeadas de rascacielos o, incluso, en medio de los cañones más profundos. Aunque a simple vista parece que van solos, la realidad es que van bien equipados; usan unos zapatos especiales, se apoyan de un largo poste que sostienen entre sus manos para hacer que sus brazos se extiendan ayudando a bajar aún más su centro de gravedad y que las posibilidades de desafiar al viento y al peligro sean mayores.
Lo que nos puede salvar, a los profesionales en mercadotecnia, es entender de manera muy clara que nuestra función principal es generar satisfacción a través de pensamientos y acciones que se alineen a los modelos de negocio de cada producto y servicio, sumando a la auténtica colaboración. Es momento de dejar el ego a un lado y trabajar en equipo de manera más cercana y esquemas aún más horizontales con nuestros colaboradores, con cada uno de nuestros clientes, proveedores y aliados; ayudar y dejarnos ayudar.
Es época de ser flexibles, intuitivos, controlar la inercia, la aceleración, la fricción; a pesar de que en momentos nos movamos un poco más lento, jamás dejar de avanzar porque parar en seco es el factor que te pone en mayor riesgo de tropezar.
Finalmente, las circunstancias nos invitan a ser acróbatas, valorar que los triunfos no son esfuerzos que se logran por sí solos; aceptar que es real que, para crear, implementar y mantener estrategias efectivas y fuertes, es necesario tener o estar rodeado de personas que tengan experiencia, que hayan caminado en distintos terrenos y con personas de distintos bagajes, edades y temperamento. Es esencial ser más creativos para lograr la narrativa necesaria y elegir los medios adecuados para atraer la atención del consumidor y evitar, a toda costa, perder el balance.