Por Israel Zepeda
Ya sea con los valores positivos que un deporte o determinado atleta representan o al otorgar una exposición masiva a las audiencias que siguen un deporte en específico, las acciones que involucran un deporte o varios, se han consolidado como un potenciador del posicionamiento de un nuevo producto o servicio, por medio de un vínculo.
Desde los tiempos en que Michael Jordan anunciaba los cereales Wheaties al público en los Estados Unidos hasta la actualidad, en la que los fenómenos mediáticos como David Beckham anuncian un sinfín de productos en campañas de alcance internacional, tales como los artículos de uso personal de la empresa Gillette. Muchas han sido las compañías que han utilizado las imágenes de deportistas de élite para acompañar las campañas publicitarias de sus productos.
Reebok, por ejemplo, cuenta con una alianza con el Cirque du Soleil. Surge con la finalidad de regresar a la marca a sus raíces con un enfoque especial hacia la mujer.
Todo esto provoca que la mercadotecnia deportiva por sí sola no logre más ventas, pero sí ayuda a que las marcas sean más simpáticas, lo cual genera una necesidad para que a partir de dicha empatía repercuta en una compra real del producto, derivado del impacto que ejerce. De ahí que su objetivo sea impactar o penetrar en la mente de las personas para así impsulsar el producto en los momentos de relajación del espectador.