El expresidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, reapareció este martes públicamente desde la celda donde está preso desde el 7 de abril pasado para comparecer como testigo en la causa que investiga compra de votos para que Río de Janeiro organizara los Juegos Olímpicos de 2016.
El líder en las encuestas para las elecciones de octubre próximo, vestido con una camisa y una corbata con los colores de Brasil, testificó durante unos 45 minutos ante la Justicia de Río de Janeiro por medio de videoconferencia, pues está encarcelado desde el 7 de abril por una condena de 12 años y un mes por corrupción y lavado de dinero.
Visiblemente más delgado, probablemente por la dieta regular que debe seguir como encarcelado y por los ejercicios diarios que realiza en su celda de 15 metros cuadrados, localizada en la sede de la policía federal de Curitiba, en el sur de Brasil, Lula da Silva se mostró de buen humor y negó cualquier irregularidad.
“Usamos el peso político de Brasil para ganar las Olimpíadas”, dijo Lula da Silva al ser preguntado sobre si hubo acuerdos con países africanos u otras naciones para favorecer a Río de Janeiro como sede de los Juegos Olímpicos de 2016.
Su comparecencia ante la Justicia fue como testigo del exgobernador de Río, Sergio Cabral, condenado y encarcelado por corrupción, y ahora imputado en una causa que investiga si autoridades brasileñas pagaron coimas a miembros del Comité Olímpico Internacional (COI) para vencer ante Madrid y Chicago la última votación para decidir la sede olímpica.
Lula da Silva negó cualquier irregularidad y explicó que, como presidente de Brasil, su cometido era influenciar a otros países para tratar de organizar los Juegos.
El exsindicalista no se manifestó sobre su condición de condenado, que él considera como una persecución política, pero dijo que “está cansado de mentiras” y aseveró que “no hay brasileño que busque más la verdad” que él.
El exgobernador de Río y el entonces presidente del Comité Olímpico Brasileño (COB), Carlos Arthur Nuzman, son investigados de participar en una trama desvelada por la Operación Unfair Play –“juego sucio”, en inglés- que investiga desde 2017 la compra de votos en el COI.
La Fiscalía brasileña sospecha que el Gobierno de Río de Janeiro de Cabral habría sobornado a Papa Massata Diack, hijo de Lamine Diack, expresidente de la Asociación Internacional de Federaciones de Atletismo (IAAF), por al menos 2 millones de dólares, para que Río recibiera el voto favorable en la elección de las Olimpiadas de 2016.