Las juntas laborales o reuniones protocolarias no gozan de buena fama, ya que gran parte de los trabajadores las detestan por considerarlas innecesarias, largas y aburridas, por lo que una reunión masiva o privada requiere de preparación previa.
Reunirse con socios o empleados con regularidad es necesario para cualquier marca o compañía, ya que no son opcionales. La mejor parte es que las reuniones individuales se centran en el fortalecer el crecimiento del empleado, no en la finalización de sus tareas, además de que es una oportunidad de tener comunicación personal. Para lograr dichos objetivos existen cuatro principios, entre los que destacan:
Individual es mejor que masivo. De acuerdo con Forbes, las reuniones individuales ahorran tiempo y van al grano, ya que de no hacerlo, el empleado podría sentirse ignorado, por lo que las reuniones cortas suelen ser demasiado útiles. Si bien no hay una duración perfecta para las reuniones “uno a uno”, lo ideal es tenerlas con cada empleado con una duración de minutos.
Las conversaciones difíciles son parte del trato. Las conversaciones difíciles pueden ser puntos de inflexión positivos si se saben manejar correctamente. La dinámica puede comenzar con un tema desafiante propuesto por el jefe o empleado, el cual puede no tener solución inmediata al problema. Lo ideal es no apresurarse a las recomendaciones precipitadas o incluso prometer algo que no se puede cumplir.
Lo recomendable es dar espacio para que los empleados planteen temas que son importantes para ellos, pero que no aparecerán en grupos, y para ello, el directivo deberá asociarse con ellos para resolver el problema, como si se tratara de un reto a plantear.
Los directivos son coaches. En ocasiones, los empleados no buscan respuestas, sino una forma de descubrir una respuesta en sí mismos, una orientación, y el jefe debe administrar, escuchar y preguntar activamente hasta que los otros encuentren sus propias soluciones. Ello ayudará a desarrollar habilidades críticas de resolución de problemas para el empleado.
La conversación el solo el comienzo. Una conversación constructiva es cuando ambas personas están dispuestas y comprometidas a tomar medidas después del que “uno a uno” se haya terminado. Lo ideal es que al comienzo de las reuniones se revisen los elementos de acción y averiguar los próximos pasos que sean más apropiados.