Hace poco más de una década muchos creían que el futuro de la industria de la música estaba amenazado y rumbo a su desaparición por culpa de las plataformas digitales. Hoy sabemos que en realidad fueron los avances en la tecnología y los cambios en los hábitos de consumo los que salvaron a las productoras multinacionales.

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A principios del milenio, con la popularización del formato MP3 y la facilidad con la que las personas descargaban de forma ilegal los álbumes de sus artistas favoritos, con programas como Napster, Audiogalaxy o Morpheus, se creía que la industria musical tenía una sentencia de muerte y que al final los músicos tendrían que vivir sólo de lo que ganaran en los conciertos.

Pero esa ides cambió con el surgimiento de la tienda iTunes de Apple, que comenzó a regularizar un sector en el que los consumidores empezaron a pagar por archivos digitales de canciones. Hoy el mayor crecimiento está en los servicios de streaming como Spotify, Tidal, Apple Music, Google Music o Pandora.

Un reporte publicado por la Recording Industry Association of America (RIAA), asociación de las grandes multinacionales de la industria musical, indica que durante los primeros seis meses de 2015, los ingresos obtenidos por las disqueras en Estados Unidos a través de los servicios de streaming superaron los mil 28 millones de dólares. Durante el mismo periodo del año anterior la cifra fue de 824 millones.

En la Unión Americana, ahora el 32 por ciento de los ingresos de las compañías productoras proviene de la suscripción de streaming, mientras que los formatos físicos, como el disco compacto o los vinilos, generan el 24 por ciento. Pese al crecimiento del streaming, la mayoría del dinero llega a las disqueras de la venta de descargas permanentes con un 40 por ciento.